En la actualidad la élite gobiernista ha apelado a la frase “prohibido olvidar” requiriendo en especial de la juventud un falso patriotismo que en la práctica resulta peligroso, porque se invoca el individualismo, el pluriculturalismo e incluso la globalización, pretendiendo hacer creer que las desigualdades escandalosas, la discriminación social, la disminución de los derechos humanos y las injusticias desaparecerán con el amor a la patria.
El amor a la patria por sí mismo no es malo, debe promovérselo desde la familia y la escuela, sin embargo, se quiere utilizar la vieja frase latina "el amor a mi patria me dirige", para frenar el espíritu de rebeldía de la juventud y someterlos al pensamiento oficial, diciéndoles explícitamente que la existencia de clases es natural y que los privilegios de las élites también son naturales sobre la mayoría de ciudadanos que nacieron sin derechos reales.
Se me puede cuestionar que antipatriota o de que el patriotismo no es un pensamiento ideológico, pero en la práctica lo es, porque produce significativos efectos políticos que conllevan a favorecer la dominación de los más poderosos. Por eso, el exigir la lealtad a la patria o a un proyecto político sin que medie un análisis crítico, es una forma sutil de dominación. Resultando más peligroso aún, que ese patriotismo sea utilizado para acallar o eliminar a la oposición.
La reciente historia de la “década ganada” nos demuestra que desde el inicio la intención de la revolución ciudadana fue neutralizar a la oposición política y social, logrando un relativo éxito. Hoy cuando el temor a la prepotencia y a la persecución va cediendo a la unidad y al verdadero patriotismo para defender la dignidad y al país, las organizaciones sociales y gremiales saben que no se pueden hacer de los oídos sordos para forjar un nuevo gobierno que trabaje para acabar o al menos disminuir las injusticias sociales.
El proceso de unidad política y social que diferentes frentes vienen trabajando, si bien cada uno con sus propios intereses, todos expresan la necesidad de que los ciudadanos se organicen con toda su energía “para salvar del desastre y la corrupción al pueblo”, dicen incluso que en este momento las ideologías no sirven, que no hay ninguna diferencia entre derecha, centro, populismo o izquierda, que ahora todos son ecuatorianos que luchan por un gobierno de amplia unidad nacional y democrática, lo cual es tarea de todos y no de un solo partido.