sábado, 20 de abril de 2024

La palabra es para decir la verdad, no para encubrirla

Dudo que queden quienes crean los argumentos con los que el gobierno intenta justificar la disminución del presupuesto en el sistema educativo. Es bastante obvio que no hay verdaderas intenciones de mejorar la calidad de la educación, tampoco es gratuito ni importan los miles de niñas, niños, adolescentes y jóvenes que han quedado fuera de las aulas, que de apoco aumentan la masa de la pobreza y están siendo fáciles presas de la delincuencia.

Mientras los centros escolares de educación básica, bachillerato y ciertos institutos particulares han terminado convirtiéndose en empresas multimillonarias. Comentarios no tan antojadizos revelan que los propietarios de estas instituciones para precautelar sus intereses, no han dudado en invertir parte de sus cuantiosas ganancias, financiando campañas locales y nacionales. Lo grave es que los cobros por matrículas y pensiones de varias de estos institutos no guardan la menor relación con los más mínimos estándares de calidad.

“La palabra es para decir la verdad, no para encubrirla”, nos dice José Martí. De allí que es muy penoso y vergonzoso que entre los responsables de regentar y controlar a estas entidades haya ciertos defensores fanáticos de la desregulación, que en estos tiempos cuando la corrupción campea, presumo reciben coimas para autorizar el funcionamiento de “institutos de garaje” que casi se han convertido en minas de oro, y además afirmar torpezas como la de que “es preferible tener una mala educación que no tener ninguna”.

Ignoran la desesperación de miles de padres al ver que sus hijos no han logrado el cupo para la universidad pública, ante lo cual invierten esfuerzos y hasta los recursos económicos que no tienen para que sus hijos accedan a una educación superior. Es más penoso aún, que como lo expresa el investigador peruano Jorge Raúl Tobar: “estos institutos superiores, aunque cumplen con otorgar un título al final de las carreras, lo hacen formando profesionales mediocres, que a la hora de ingresar al mercado laboral descubrirán la triste verdad de que fueron estafados, y sus diplomas valen poco más que el cartón y la tinta”.

Alguien debe informar al presidente Noboa, que la crisis moral y de seguridad que vive el país, es un conflicto que no se va a solucionar con más policías y militares en las calles, sino con mayores cupos para el ingreso de los jóvenes a las universidades, y con más fuentes de trabajo, debe informarle, además que las llaves de las puertas hacia el desarrollo y futuro del Ecuador, dependen de un mayor presupuesto para la educación.

viernes, 12 de abril de 2024

13 de Abril Dignificación social del Maestro y Maestra

De entre todos los sentimientos que se agitaban dentro de mí, previo a escribir este artículo, el que finalmente primó, fue el sentido de la responsabilidad personal y unionista al convocarnos a conmemorar el Día del Maestro; acto que conlleva una reinterpretación del pasado, y tiene un gran valor al reconocer los elementos de la historia de unidad y lucha en la defensa de un mejor futuro para el magisterio y la educación pública.

El 13 de Abril Día del Maestro, fecha mayúscula en la cual recordamos a Eugenio Espejo, Juan Montalvo, Pio Jaramillo, Dolores Cacuango, Rosita Paredes, Simón Rodríguez, Eloy Alfaro, Miguel Riofrío, Benjamín Carrión, y otros maestros y maestras anónimas cuyos ideales permanecen vigentes a pesar de que los regímenes  capitalistas, se empeñen en que a más de enseñar a leer y escribir, el profesorado sea una especie de apostolado cívico que eduque a las nuevas generaciones en la obediencia y la falsa moralidad, es decir formando ciudadanos sumisos.

Sin embargo, desde los primeros años del siglo pasado y luego con el surgimiento de la Unión Nacional de Educadores UNE en 1944, el gremio legítimo del magisterio ecuatoriano, se empezó a tomar posesión de que los maestros y maestras serían aquellos capaces de contribuir a la formación del nuevo ciudadano consciente de sus derechos y deberes y cuya moral se regiría, no por los dogmas religiosos, sino por el espíritu de la Constitución, es decir, en una educación para la emancipación.


Los maestros y maestras progresistas junto a la Unión Nacional de Educadores, en el afán de elevar la calidad y el prestigio de la escuela pública; y convencidos que a través de la educación contribuyen a transformar el país, realizaron una marcha desde Santo Domingo de los Sáchilas hacia la presidencia de la república exigiendo se declare en emergencia la educación, debido a la disminución del presupuesto, al incumplimiento del escalafón, homologación y equiparación salarial; demandando el fortalecimiento de los departamentos de consejería estudiantil; y, reclamando seguridad ante el crecimiento de la violencia alrededor de los centros escolares.

El Gran Maestro Juan Montalvo Fiallos dijo que “en todos los pueblos del mundo hay una mano que enciende la antorcha de la cultura, esa es la del Maestro”. Hoy, el mejor homenaje que le podemos tributar a los maestros y maestras que luchan y trabajan día a día para transformar la sociedad y hacerla más hermosa y más digna de ser vivida, es exigiendo el respeto y cumplimiento de sus derechos.

Saludo la entereza y dignidad de los maestros y maestras, que con los ideales que nos legó Juan Montalvo: la palabra, la pluma y su pasión por la libertad, fortalecen la conciencia y unidad clasista, al propio tiempo que comparten alegrías y tristezas en su permanente lucha por eliminar la pobreza y las injusticias sociales.

Finalmente, junto al reconocimiento merecido por la ardua labor de las Maestras y Maestros, sea también un día de rebeldía en defensa de la educación y contra el sistema que posterga sus derechos…

Un abrazo fraterno.