viernes, 8 de enero de 2016

Un espacio para participar participando

“Hay que luchar por nuestros derechos…”; “hay que cambiar esta situación…”; “hay que defender los cambios…”; “hay que buscar soluciones a la crisis…”; frases como las citadas, se escuchan a diario en pláticas de los diferentes sectores sociales, en las calles, en las plazas, en las cafeterías, en el trabajo.
Son frases fijas incluso en personas sin previa amistad, que coinciden en las columnas haciendo tramites en instituciones públicas, bancos, buses etc., sin duda se escuchan dentro y fuera de los movimientos y partidos políticos, como como asumiendo cierta, lo importante es, que se empieza a pensar como asuntos propios y no de los otros, como buscando un espacio, un lugar para participar activamente, y ya no estar pendiente solo de la queja, de la denuncia, porque se empieza a entender que éstas, por sí solas no cambian la realidad.
Tampoco se puede creer que la presencia física de alguien, de varios, incluso de muchos, es motivo de cambio. No. Claro que, la historia nos rememora, que ha habido personajes con sin estar presentes han participado sin participar. Son únicos. Por ejemplo, Eugenio Espejo, Patriota y gestor intelectual del Primer Grito de la Independencia Americana, pues su pensamiento plasmado en el periódico Primicias de la Cultura de Quito, -cuya primera edición la recordamos este 5 de enero- fueron las enseñanzas que influyeron en grupo de patriotas quiteños que junto a Manuela Cañizares conspiraron contra la Corona Española.
Lamentablemente en no pocas ocasiones, de manera particular, quienes hacen dirigencia barrial, gremial u opinión pública, pareciera que solo participan -participamos- cumpliendo el deber de formar parte de los comentarios cotidianos y no con la convicción de contribuir a defender los intereses de sus representados. Y es entonces, en ese momento, en que pareciera que despertamos, que descubrimos la verdad a medias, y sin participar donde debemos participar, hacemos criticas al otro, a los demás, que porque los elegimos, que porque no dijo lo que debía decir, que porque no nos representa como merecíamos, que porque los elegimos, y un sin número tardío de porqué.
Muchos olvidamos con facilidad, que cuando elegimos a la persona o a las personas, que llevarían nuestras inquietudes iba la mayor parte de nuestras expectativas, de nuestras oportunidades. Por eso, si no supimos ver las cualidades de quien elevaría nuestras voces, ahora es tarde, simplemente, perdimos la mitad de las esperanzas, la mitad de la batalla. Para continuar en la conquista del resto de esperanzas, nos queda la obligación de participar participando. Y una buena forma de participar, es escoger a quien hable por todos, si es que nosotros mismos no somos de esos, con una causa por la que se debe luchar.