martes, 18 de diciembre de 2012

CUANDO EL EXTRACTIVISMO TOCA LA CIUDAD


ALBERTO ACOSTA,
Candidato presidencial de la Unidad Plurinacional
Guayaquil, 16 de diciembre de 2012
 
Luego de que Petroecuador anunciara la instalación de un tramo del gasoducto Monteverde-El Chorrillo en zonas densamente pobladas de Guayaquil, moradores del sector y autoridades municipales se organizaron en un grito de protesta frente al potencial riesgo que esto implicaría.
Históricamente, la problemática extractiva ha sido considerada como un tema de indígenas y campesinos, habitantes de las lejanas selvas y cordilleras, en definitiva, un problema de los “otros”. La indolencia y ausencia de solidaridad de las ciudades ante la concesión de territorios para actividades de extracción minera y petrolera han sido cómplices silenciosos de este modelo depredador de la vida.
Hoy, cuando aproximadamente unas 300.000 personas se ven amenazadas en la ciudad de Guayaquil por la imposición del gasoducto, la discusión sobre el tema extractivo toma otros matices. Diversas autoridades del gobierno municipal se han pronunciado por la defensa de la vida, por la exigencia del cumplimiento del principio precautorio y frente a ello han definido un alto al proyecto.
En este sentido, inevitable nos llega la pregunta: ¿por qué en los territorios rurales, la soberanía de los pueblos, el respeto por la vida humana y la defensa de los ambientes saludables no tienen la misma fuerza ante los impactos de la actividad petrolera? Se trata acaso de números (son comunidades con poca densidad poblacional), o es que las vidas de indígenas y campesinos se evalúan de manera diferente.
La concejala de Alianza País, Hanne Holst, en la cesión de Consejo Cantonal, ha pedido a la ciudadanía guayaquileña: “confiar en Petroecuador”. Al parecer, se pide una especie de confianza ciega como acto de fe. Recordemos algunos antecedentes con oleoductos y poliductos.
El Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) fue construido en el año 2003, se aseguraba tecnología de punta y los mejores materiales del mercado. Sin embargo, a los seis años de su construcción se produjo un derrame de 14.000 barriles de petróleo. El derrame dejó 45 días sin agua potable a la ciudad de Orellana.
En este año, se instaló un oleoducto en la ciudad de Sushufindi. A los 7 meses de haber sido colocado, se rompió en 5 partes causando 5 derrames de petróleo en el lapso de un mes.
Sabemos que la “tecnología de punta” no es garantía de seguridad. Recordemos el mayor derrame de petróleo que se produjo el 20 de abril del 2010 en el Golde México por efecto de la explosión de la plataforma “Deepwater Horizon” de la British Petroleum o los sucesivos accidentes con gasoductos a lo largo y ancho del planeta; basta con tener presente la explosión de un gasoducto en la ciudad de Sissonville, West Virginia (EE.UU), el día 11 de diciembre de este año.
En el Ecuador, durante 40 años, hemos vivido miles de derrames petroleros que han contaminado el suelo, el agua, y el aire de los ecosistemas amazónicos, originando serias afecciones en la salud de los pobladores. Los enormes destrozos de la Chevron-Texaco nos revela de más explicaciones.
Por lo tanto, es entendible que los moradores de los barrios del norte de Guayaquil estén opuestos a la instalación del Gasoducto.
La Unidad Plurinacional se solidariza con esos grupos humanos y demanda al gobierno nacional, precautelar la vida, la salud y el bienestar de estos compañeros y compañeras amenazados por las soluciones de mercado bajo las cuales se ha definido el proyecto del gasoducto.
Sabemos que este caso, acerca, tiende puentes y solidaridades entre el campo y las ciudades. Poco a poco los territorios urbanos van tomando conciencia de que este modelo económico, contrario al Buen Vivir, debe parar.
Nos sumamos a la resistencia de los moradores de la vía a la costa y de los barrios populares del Norte de Guayaquil, quienes con valentía han exigido el cumplimiento de sus derechos. Nos llena de vitalidad su espíritu de lucha porque estamos seguros de que este será el primero de muchos otros casos en los que las CIUDADES finalmente despierten del sueño de un (imposible) desarrollo atado al extravivismo.

jueves, 13 de diciembre de 2012

A forjar la unidad


Dónde quedarán los luchadores que hasta ayer
Se confirmaron izquierdistas hablando de unidad
De justicia y de igualdad cuando se creían elegidos ¡…!
Para detractarse tendrán ustedes sus razones…
Si hoy mis letras les parecen bofetadas populares
De nada me sorprenden sus oportunistas posiciones
Sus penas desoídas ni orgullos derribados
No me vengan hoy señores con aires apolíticos
A reflexionar sin detenerse demasiado
Se está con el pueblo o se está con el opresor
Allá ustedes con sus abstractos vericuetos
Yo en cambio convoco al campesino y al obrero
Al artesano al estudiante y al maestro
Yo en cambio los convoco a forjar la unidad
Porque que sé que luchan con la patria
Que soñaron Espejo Montalvo y Alfaro…

martes, 4 de diciembre de 2012

La tarea pedagógica del docente, es acción política

La presente situación política social que vive el pueblo ecuatoriano y en especial las organizaciones populares y sindicales, impone el fortalecimiento urgente de la unidad al interno de las mismas y con los sectores populares. No se puede pasar por alto, que los actuales socialdemócratas con las mismas prácticas neoliberales del pasado, no cesarán su intento de destruir los gremios, las organizaciones sociales y la unidad popular. En este contexto, esbozaré ligeramente dos aspectos de coyuntura en el accionar político-educativo de los maestros y maestras.

Primero. La Unión Nacional de Educadores, ha sido la “piedra en el zapato” de los gobiernos de turno. El actual, no ha ocultado su intención de destruirla. Para ello, auspicia sindicatos paralelos, prohíbe aportes, fomenta la desacreditación y persecución a la dirigencia, culpa al gremio del fracaso de la política educativa, pretende desmoralizar y asustar a la militancia, hace llamados a la “despolitización del magisterio” y a la par obliga a los maestros contratados a asistir a sus concentraciones politiqueras, en fin…, se vale, de dirigentes enclenques y de maestros serviles y oportunistas con la idea de quebrar la heroica resistencia de los maestros, maestras, padres de familia y estudiantes junto a la gloriosa UNE.

Por demás está recordar, que la UNE, durante sus siete décadas de lucha, ha demostrado ser defensora de la educación pública, de los derechos y dignidad de los docentes, el propio magisterio y el pueblo le han reconocido una dirección consecuente y revolucionaria, así que cualquier nuevo intento por destruirla, será superado.

Segundo. Nadie puede negar, que los maestros y maestras, siempre serán los sujetos centrales de la acción político-pedagógica en la escuela. Es una tontería e ingenuo, querer disimular el problema aduciendo neutralidad o apoliticidad. El maestro o maestra, quiéralo o no, consciente o inconscientemente, ejerce una importante acción política. Quienes dicen que no hacen política, en realidad, practican de hecho la política de la sumisión al más fuerte. Su neutralidad, más bien su debilidad, es lo que los convierte en “peones” fáciles de los detentadores del poder político de turno.

Hace rato, Paulo Freire reitera que “el alumno ve modelada su conciencia más por lo que el profesor arbitrariamente rehúsa abordar que por lo que trata de modo directo”. Freire recalca, que la “sola actitud personal del docente conlleva positiva o negativamente una postura política”.

Los maestros y maestras saben bien, que, ante la crisis, no hay otra salida que una reflexión penetrante, radical y totalmente irrespetuosa de cuantos tabúes le aprisiona al sistema. Michel Lobrot plantea “que la sociedad del mañana lo será por la escuela o no lo será, …en la medida en que sepamos qué tipo de sociedad es la que estamos dispuestos a impulsar y en la medida en que políticamente aceptemos la responsabilidad que nos corresponde a cada uno”. Tarea que, para los maestros y maestras, es ante todo la de clarificar y acelerar el proceso político en materia educativa, lo cual implica no permitir ser utilizado como un instrumento ideológico y dejarse instrumentalizar por el sistema.

Los maestros y maestras tienen que aceptar que de su labor depende la emancipación de la sociedad, lo cual implica dejar de enseñar por enseñar, es decir, aceptar plena y conscientemente las responsabilidades que conlleva la tarea pedagógica-educativa en tanto acción política. De ningún modo ha de entenderse como una acción partidarista. La acción política, como lo señala José Martí, es “tomar posición frente a la realidad social, es no quedarse indiferente ante la justicia atropellada, la libertad conculcada, los derechos humanos violados”, es tener una causa por la cual vivir y luchar.

Los maestros y maestras que se han concienciado de la realidad social, tienen que valerse de las posibilidades que le brinda la acción pedagógica para inculcar en sus estudiantes el espíritu de lucha contra todas las formas de injusticia, de corrupción, de atropello, reconociendo en estos males, como los más grandes obstáculos para la construcción de la sociedad a la que aspiramos.

Finalmente, cabe recalcar, que la toma de conciencia de parte de los maestros y maestras, es el requisito imprescindible, para hacer de la escuela el espacio de formación de hombres y mujeres que aprenden a organizarse organizándose, que aprenden a ser libres liberándose, que aprender la unidad forjando la unidad.