Los trabajadores
y las mayorías populares, no hemos sido capaces de educarnos políticamente para
examinar la realidad actual del país y de pronunciarnos sobre el contexto
coyuntural que nos proponen los grupos de poder político y económico en su afán
de derrotar al cacique de turno, el cual dista mucho de la aspiración popular de
hacer realidad la construcción de una patria soberana.
Los más diversos
y “antagónicos” sectores repiten hasta el cansancio, que para arrebatar el
poder a Alianza País, “hay que deponer ideologías”, si es que algún día la
tuvieron. Sin embargo, aún hay tiempo para que los líderes populares y la
dirigencia política apelando a la sensatez y capacidad, revisen, analicen y
tomen los correctivos y decisiones más acertadas para que la esperanza popular
no se postergue.
Es preciso mencionar
que los principios ideológicos son el marco teórico y ético que sirve de base
para la actividad de los partidos y movimientos políticos. Cuando se habla de
la dignidad política, se hace en relación a los principios ideológicos, que no deben
estar escritos en piedra, sino responder a un breve conjunto de enunciados que
los identifiquen y a la vez los distingan de los otros partidos y movimientos.
En este
adelantado año electoral y ante la precaria posibilidad de dos frentes
políticos, uno alrededor de Alianza País y otro por la oposición, es
imprescindible que desde las organizaciones populares se identifique con
claridad: primero, la trayectoria política de quienes lideran los frentes; y segundo,
los principios ideológicos y aspiraciones políticas subyacentes en los
proyectos estratégicos que se acuerden.
Las palabras de Simón
Bolívar, “ni un partido, ni una fracción,
nadie sino la mayoría es soberana y dueña de su destino", se
convierten en bandera de lucha y punto de partida para el análisis y toma de
decisiones a la hora de ser parte o no de uno u otro frente.
Si se trata de
derrotar al Gobierno de la Revolución Ciudadana, la Derecha optará por
cualquier camino, los principios ideológicos son secundarios. Pero si se trata
de avanzar en la construcción de la patria nueva, los sectores populares y
progresistas, sin renunciar a sus principios, deben luchar a la par, contra esa
misma derecha y la izquierda fanática enquistada en el poder, pero sin olvidar,
que la inflexibilidad, el sectarismo y el oportunismo conducen a la derrota.