Para la historia de los pueblos, la mayoría de las veces la memoria y la conciencia social ha sido escrita y usufructuada por quienes han ostentado el poder político y económico y no por quienes la protagonizaron. Uno de los hechos más trascendentes para los sectores populares y de los trabajadores, es la Revolución del 28 de Mayo de 1944, a la que se la denominó la “Gloriosa”, porque para los trabajadores fue el resultado de un proceso de unidad del movimiento obrero y de recuperación de las libertades.
Para 1944 se heredaba una crisis caracterizada por la corrupción y la inestabilidad de las minorías oligárquicas que se rifaban el poder ya sea por elecciones fraudulentas o por la imposición de dictaduras. En este contexto, surge una amplia pero frágil alianza política en la que "se dieron la mano frailes y comunistas", una alianza entre conservadores, liberales, socialistas y comunistas que al triunfo de la “gloriosa”, al decir de Benjamín Carrión, deciden entregar el poder a Velasco Ibarra, de quien se esperaba devuelva al pueblo los sueños de “volver a tener patria”.
Cabe destacar que la creación de la Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE, la FEUE y la Casa de la Cultura fueron el resultado de la presión de los sectores de izquierda como Pedro Saad, Gustavo Becerra, Ángel Felicísimo Rojas, Manuel Agustín Aguirre, Benjamín Carrión, entre otros, para quienes estos acontecimientos eran la posibilidad y “el imperativo formidable… de hacer una patria, de construir una patria".
Sin embargo, esta diversidad de fuerzas e intereses que concurrieron en la revolución del 28 de Mayo, a los pocos meses desvaneció la posibilidad de hacer realidad el proyecto de cambio por el cual se reveló el pueblo. Fueron los grupos de poder político y económico quienes traicionaron los principios y acuerdos iniciales para la recuperación de las libertades públicas, para erradicar la corrupción y superar la crisis económica y otros males que -como en la actualidad-, agobiaban a la patria y más a los sectores populares que luchan por una sociedad más justa y equitativa.
De la Revolución del 28 de Mayo, de la “Gloriosa”, nos queda como enseñanza que los acuerdos coyunturales se vuelven pronto en desacuerdos políticos e ideológicos que se evidencian en la lucha de clases y en el ahondamiento de la crisis política que finalmente privilegia al Estado neoliberal.