viernes, 25 de julio de 2014

El rostro de la derecha



Un partido político es un grupo de personas que dicen practicar un mismo ideario político. La historia en todo el mundo nos da cuenta de la existencia de partidos políticos de derecha y de izquierda. El aparecimiento de partidos o movimientos políticos de centro e independientes no existe; es un espejismo, un eufemismo creado por el neoliberalismo para detener el avance de los pueblos en su camino hacia la emancipación.
Los partidos de derecha habitualmente están integrados por personas de clase socioeconómica alta, que desde posiciones conservadoras luchan por la defensa de sus intereses y la propiedad privada, para ello aluden a ofertas de mejoramiento a los sectores de la clase media y de ayudas misericordiosas a los sectores más pobres. Tienen una facilidad increíble para cambiar de denominación y usar eslóganes populares como el de “pan techo y empleo”, “otro Ecuador es posible”, cuando en la práctica son sectores reaccionarios que en complicidad de empresarios, banqueros, transnacionales e incluso de la embajada “yoni”  financian campañas por “amor a la patria”, en su afán de consolidar el modelo de saqueo y sobreexplotación del trabajo, de inequidad e injusticia social, cuyos resultados están a la vista: concentración de la riqueza en pocas manos, expansión de la pobreza y exclusión social para las mayorías populares.
En todos los pueblos del mundo, la derecha necesita garantizar su continuidad en el Poder e impedir las victorias populares ya sea mediante levantamientos o vía de elecciones. Para ello, llevado por el pánico que les causa el crecimiento de las organizaciones populares, no vacilan jamás en reforzar sus características autoritarias, represivas y cínicas. La democracia representativa que defienden se contradice con la persecución a todo aquel que se opone al pensamiento oficial.
Queda por tanto como tarea revolucionaria a los partidos de izquierda, que junto a los trabajadores, campesinos, maestros y sectores populares, tenemos la responsabilidad de organizar la resistencia y lucha conjunta para persistir en el derecho a la resistencia en defensa de la soberanía y el buen vivir.

viernes, 18 de julio de 2014

Partidos políticos o club de socios con derechos reservados


La semana anterior el Consejo Nacional Electoral aprobó la eliminación del registro electoral del PRIAN, PRE, MPD y Ruptura, argumentando que no cumplieron con los requisitos que señala el Código de la Democracia. Acto seguido, los dirigentes de estas agrupaciones iniciaron acciones legales para apelar tales decisiones, según manifestaron porque éstas no se “apegan a derecho” o son “aberraciones políticas por estar en la oposición”; y que más allá del fallo, ellos “seguirán en la palestra política defendiendo los derechos”; no sé, si los suyos o los de los de la ciudadanía.

El hecho cierto es que, las cuatro organizaciones ya no podrán contar con los derechos políticos que contempla la Constitución y el propio órgano electoral, y consecuentemente no dispondrán de los beneficios económicos estimados en algo más de 9 millones de dólares.

Debe reflexionarse en el hecho de que el simple cumplimiento o no de ciertos requisitos, no debe ser el factor determinante para la existencia de tal o cual partido o movimiento político. Lo importante debe ser evaluar el grado de vinculación de estos con las masas y su influencia en el diagnóstico y propuestas de alternativas de solución a la problemática social y nacional, a partir de acciones de educación y formación política que generen a su vez una auténtica democracia interna.
Quizá las decisiones del CNE resulten una medida de endurecimiento que afecte al sistema de representación popular, pero éstas no evitarán que ciertas agrupaciones que “a leguas” no gozan del respaldo popular, sigan siendo una especie de club de socios con derechos reservados que se hacen respaldar de un grupo de fanáticos llenos de esperanzas postergadas
Finalmente, las agrupaciones políticas que aún constan en el registro electoral, ni remotamente representan la pluralidad política y mucho menos son el reflejo de verdaderas alternativas organizativas para los ecuatorianos, porque algunas han sido paridas de otras por la pérdida de prestigio, por el oportunismo o porque sus dirigentes han hipotecado el acumulado histórico de lucha que los sectores populares han pagado con sus vidas.

viernes, 11 de julio de 2014

A propósito de las pruebas “Ser Ecuador”



Desde 1996 se vienen realizando evaluaciones a los estudiantes, antes se denominaron pruebas “APRENDO”, hoy pruebas “Ser Ecuador”. Lo cierto es que unas y otras son adaptaciones de las pruebas PISA, evaluaciones impuestas desde el año 2000 por la OCDE, organismo no de carácter educativo sino económico dependiente del Banco Mundial.
Nadie podría decir que los resultados de estas evaluaciones no sirven. Pero éstas no nos indicarán dónde están los problemas del proceso de enseñanza y aprendizaje, tampoco nos enseñará cómo está nuestro diseño curricular; es decir, no son instrumentos eficaces para medir efectivamente la problemática educativa. Para el INEVAL las pruebas “no miden conocimientos sino las destrezas y habilidades que deben tener nuestros estudiantes”, respecto de estudiantes de otras escuelas o localidades.  Sin embargo, más allá de los resultados, lo malo de éstos, radica en que se pretenda ocultarlos para echar la culpa de la mala calidad de la educación, a los profesores y a la UNE.
Desde luego estos resultados le sirven a la OCDE, que funciona como una “agencia acreditadora” que busca homogenizar la educación y detectar cuál es el nivel de preparación de los chicos en las próximas décadas, entiéndase de la mano de obra que necesitarán las transnacionales, a partir de los cuales, condicionan el cumplimiento de “recomendaciones” previo al otorgamiento de “ayudas”.
Debe quedar claro, que mientras se siga tratando a la educación como una mercancía, va a haber una educación buena, regular y mala. Entonces, si se analiza desde el lado de las escuelas privadas, exceptuándose unas pocas y desde luego muy caras, son relativamente muy buenas; pero lo que abunda son las escuelas  de “garaje”, también costosas pero mediocres.
En cuanto a la educación pública, sin duda hay falencias, pero la evaluación que se aplica no sirve para determinar el verdadero estado de la educación menos aún para saber el grado de conocimiento de los estudiantes.
Queda entonces, forjar la unidad de todos los actores sociales, para demandar del Gobierno la responsabilidad ineludible e inexcusable para garantizar “una educación pública laica en todos sus niveles, y gratuita hasta el tercer nivel de educación superior inclusive”.