sábado, 26 de diciembre de 2015

La educación no comienza ni termina en las aulas

Los maestros y maestras de todo el mundo son históricamente luchadores sociales. Con ese espíritu de solidaridad se siguen conduciendo por el camino de la unidad con los sectores populares para erradicar las normas sociales y jurídicas que legalizan las injusticias.
En épocas de dominación y opresión exacerbadas los maestros y maestras han sabido rebelarse contra la injusticia, convirtiendo el conocimiento en arma, para enfrentar el miedo a la persecución, la cárcel y la tortura.
En el contexto actual, los maestros y maestras junto a miles de jóvenes y padres de familia se han arrojado a las calles para luchar por el acceso a la universidad y por una educación digna, y en contra del sistema que los priva del derecho a la enseñanza.
José Martí, refirió que “ser culto es el único modo de ser libre”, lo cual implica la “descolonización el pensamiento y las culturas para construir saberes emancipatorios”. Y eso es lo que hacen los maestros y maestras en todo el mundo, pues desde las aulas contribuyen a la formación de los sujetos transformadores de la sociedad.
Del modelo de educación imperante depende que los pueblos sean dominados a través de ella o emancipados si se aprende a pensar por nosotros mismos. La educación no es una mercancía sino un derecho, por tanto, no puede venderse ni comprarse. Cuando a un pueblo se le usurpan sus derechos, se les usurpa la libertad. Y la libertad no se pide de rodillas se la conquista con el arma al brazo decía Eloy Alfaro.
Para que la educación sea liberadora es fundamental cambiar el sistema político basado en la dominación por un sistema justo, inclusivo y diverso, que respete la dignidad humana y sea representativo del patrimonio pluricultural ecuatoriano. Un sistema educativo que cuestione la construcción de los saberes, cosmovisiones y las bases epistemológicas caducas con el afán de crear nuevas maneras de interpretar, explicar y vivir la realidad.

Los maestros y maestras convencidos de que la educación no comienza ni termina en las aulas, que ésta ocurre en todos los espacios de las relaciones sociales, por eso preparan a los estudiantes para que cuando culminen sus estudios, empiecen su verdadera lucha por la vida, esa lucha que estará en función de la transformación de la sociedad y sus necesidades.