sábado, 25 de febrero de 2023

IESS: Hasta cuándo Padre Almeida

La frase que intitula corresponde a una de las leyendas más conocidas del Quito colonial. La leyenda cuenta que entrada la noche el cura Almeida se escapaba a través del Altar Mayor del convento de San Francisco para trasladarse al tan ansiado libertinaje nocturno; pero cada vez que salía escuchaba una voz que le decía: “Hasta cuándo padre Almeida”

Ahora en cambio el gobierno del encuentro presidido por Guillermo Lasso, de día claro, con ese mismo libertinaje pretende privatizar el IESS, para ello ha contratado a Augusto de la Torre, ex jefe del Banco Mundial para América Latina quien dice que las pensiones en Ecuador son las más elevadas de la región; pero no quiere reconocer que en el resto de la región los jubilados son mayormente maltratados y explotados. Intenta alterar la fórmula de cálculo de la pensión que toma en cuenta los salarios de los cinco mejores años, expresa que debe considerarse “los salarios de los 10 años anteriores”; que, si no se hace eso, el sistema de pensiones pronto será “un coctel explosivo”

Este señorzuelo Augusto de la Torre, quiere abrir las alcancías de la oligarquía para venderles el IESS incluido el BIESS, cree que su mentalidad amorfa lo autoriza a ser tutor de nuestro país, sin más capital que su ambición a costa de mayor sacrificio para los jubilados y pensionistas. Acaso, ha preguntado por qué el Presidente Lasso afirma que ha creado 500 mil puestos de trabajo mientras los nuevos afiliados solamente son 160 mil. ¿o miente Lasso, o la oligarquía no afilia a los nuevos trabajadores?

No es novedad que las denuncias en contra del “gran padrino” tengan gran semejanza entre esos delincuentes y el padre Almeida de la leyenda, quienes ahora se deslizan de frente por los pasillos de Carondelet pisoteando las leyes que ellos mismos crearon, llegando a los altares de las empresas públicas para vaciar los dineros del pueblo y llevarlos a los paraísos fiscales y luego con el pretexto que están quebradas; privatizarlas.

El logro de una pensión digna, del estímulo de jubilación y la pelea por una auténtica seguridad social, han sido producto de la unidad de la Coordinadora Nacional de Maestros Jubilados Alfonso Yanes Monteros junto a la UNE, cuyos dirigentes desde los años setenta hasta la actualidad fueron militantes estudiantiles, magisteriales, gremiales y políticos de izquierda, ellos con su experiencia acumulada y la memoria histórica de combates y la firmeza de sus principios, se jugaron la vida oponiendo resistencia a los gobiernos de turno y a la agenda neoliberal que mantiene el propósito malévolo de privatizar la seguridad social.

El gobierno de Lasso, tiene que recoger las aspiraciones marcadas de los jubilados y de la clase trabajadora, a fin de corregir los errores y hacer los cálculos correctos para subsanar la crisis financiera del IESS. Aún está a tiempo de evitar una catástrofe social.

viernes, 17 de febrero de 2023

La derrota de Lasso no es triunfo del correato

Las huecas declaraciones desde Carondelet reconociendo la derrota en las seccionales y en la consulta del 5 de febrero, ha resultado algo así como una tragedia nacional para la derecha criolla e internacional; que como lo dije en un comentario anterior, solicitan a un CNE corrupto un recuento de la humillación que le propinara los sectores populares. Esto confirma la aseveración de Antonio Machado, quien decía que “los señoritos y la derecha representan un señoritismo de la peor especie que invocan la patria para venderla”.
 Este gobierno es como Judas, –presuntamente recibió un millón y medio de “denarios” provenientes del narcotráfico y la banca– para financiar candidaturas y la campaña del SI, con el propósito de hacerse los ciegos y sordos, como en efecto está sucediendo, ante una trama de corrupción en las entidades públicas “encabezada” por Danilo Carrera, cuñado del presidente; Rubén Cherres y Aparicio Caicedo –asesores de Carrera–; Hernán Luque y Juan Carlos Reina –funcionarios del Banco de Guayaquil–; y otros que son investigados por la Fiscalía General del Estado, casos que Lasso pretende ocultarlos, llegando a aseverar que confía plenamente en los narco generales de la Policía y las Fuerzas Armadas a quienes el gobierno norteamericano les retiró la visa.

De los resultados de las pasadas elecciones, la derecha acusa a Lasso de ser el culpable del supuesto repunte del correato, incluso el propio Rafael Correa se siente como el “dios Zelensky” atribuyéndose el triunfo del NO. Cierto es, que ganaron prefecturas y alcaldías en provincias y ciudades grandes. Sin embargo, Pachakutik y Unidad Popular también alcanzaron importantes triunfos en otras provincias y ciudades pequeñas, pero no menos importantes. Lo que es innegable, es que el triunfo del NO, les corresponde a los sectores populares, en rechazo a la política miserable del gobierno del encuentro, que ha conducido a la pauperización de las condiciones de vida de las grandes mayorías. Así que la derrota de Lasso, no es triunfo del correato.

Lasso y la derecha están aterrados ante el despertar de la conciencia popular. Los correistas también lo están, saben que el pueblo no olvida las sabatinas y la judicialización de la protesta social, instrumentos que sirvieron para atemorizar, cancelar, perseguir, encarcelar y asesinar a quienes se opusieron al correato, instrumentos que también fueron utilizados por Lenin Moreno y por Guillermo Lasso. Tal es la verdadera fisonomía social de la camarilla que gobierna desde el 2007.

El presidente Lasso pretende llevar adelante una dictadura blanda, cuya esencia reside en un intento constitucional de disolver la Asamblea Nacional y convocar a una muerte cruzada. Artificio que lo convierte en dictador por un año. Algunos sectores políticos caducos y corrompidos respaldan esa patraña.

Serán los trabajadores, campesinos y estudiantes, así como los profesionales progresistas y los sectores de izquierda, quienes opongan resistencia a esta orgía politiquera que como monstruosos pulpos se engordan a expensas de la inmensa mayoría de los ecuatorianos esquilmados por la corrupción.