A más de 200 años del Primer Grito de la Independencia, se percibe que muchas de las reivindicaciones del movimiento emancipador de aquellos tiempos, 1809, todavía siguen pendientes, incluso con tonos peores, porque ayer como hoy, los sectores populares, siguen rechazando la manipulación política de sus esperanzas y luchando contra la represión del descontento popular.
El Ecuador de hoy no está bien, tampoco lo estaba la Real Audiencia de Quito allá en 1809, quizá esté peor. La revolución ciudadana no es más que un buen espectáculo que confunde a los sectores postergados e intenta distraer a la oposición. La manoseada frase del buen vivir, nos es más que una brecha entre la esperanza popular y la pobreza que se profundiza cada día, esperanza popular que es la bandera de lucha de los más pobres.
Y como parte del permanente espectáculo que nos ofrece el Presidente Correa, hace poco anunció la realización de una Consulta Popular en medio de las elecciones de febrero de 2017, en la que preguntaría a los ciudadanos si “están de acuerdo que para desempeñar una dignidad de elección popular, se prohíba tener capitales en paraísos fiscales”. Claro que estamos en contra, para eso no hacen falta consultas, menos ahora, porque todos queremos un país en el que nuestros hijos y nosotros mismos podamos realizarnos por medio del trabajo digno, lamentablemente ni el neo capitalismo, ni el neo revolucionarismo nos ofrece las oportunidades para el anhelado buen vivir.
La falta de unidad fue la causa del fracaso político de aquel 10 de Agosto, hecho que la oligarquía selló con la Masacre del 2 de Agosto. Que hoy no sea la falta de unidad del pueblo ecuatoriano, de los sectores sociales y políticos que haciéndose eco del grito y de las necesidades populares, dejen de lado las disputas partidarias para construir el Ecuador soberano que soñaron Espejo, Montalvo, Alfaro y otros héroes independentistas anónimos que “vertieron su sangre” por legarnos una patria soberana.
Es hora de potenciar la dinámica popular de los trabajadores, campesinos, estudiantes y más sectores populares y progresistas que al ver sus derechos disminuidos salen a las calles a interpelar y exigir a la clase política, la instauración de un Gobierno que supere la actual crisis y particularmente que restablezca el pleno ejercicio de los derechos y libertades constitucionales.