La Organización de Estados Iberoamericanos OEI, reciente- mente ha publicado el informe denominado “Miradas sobre la educación iberoamericana 2016”, en el que, en efecto hace una mirada al avance de las metas de la educación 2021.
Se puede evidenciar que desde el informe del 2014 no ha habido cambios sustanciales. Se destacan dos aspectos que merecen ser analizados. Primero, hace referencia a que en los países sudamericanos se ha “logrado un enorme progreso en las políticas públicas para mejorar la calidad y el acceso a la educación”. Segundo, y lo más preocupante, porque casi es contradictorio, “hace alusión a la existencia de notables diferencias y desigualdades entre los países y al interior de cada país en la calidad y el acceso a la educación”.
Es preocupante el hecho cierto de que la OEI ya no habla de la educación como un derecho que está garantizado en la Constitución de los estados, ahora por el contrario, pone énfasis en que hay que mejorar la calidad y el acceso a la educación.
Cuando hablamos de calidad de la educación, hay que diferenciar de manera crítica que si ésta es planteada con una concepción neoliberal, lo resultados serán defendibles por un sector minoritario de la población y rechazado por las mayorías. Puesto que los sectores populares defienden una propuesta emancipadora que conjugue la educación con el trabajo y el aprovechamiento soberano de los recursos naturales. En cambio, la “propuesta neoliberal vigente en todos los países sudamericanos”, propone reformas que terminan fortaleciendo la privatización de la educación.
Diga lo que se diga, en el sistema educativo neoliberal, la oligarquía que incluso no tiene necesidad de estar encaramada en el poder, impone su política de libre mercado a los gobiernos de turno, y siendo los financistas de las campañas electorales, propician a través del BM, FMI o la OCDE una educación pública denostada y sin recursos, con el único fin de garantizar la competitividad económica, es decir, en un negocio que genere el máximo de rentabilidad dentro del modelo globalizador capitalista muchas veces enmascarado de progresista.
Mientras impere el sistema capitalista, las esperanzas de una educación liberadora no pasarán, porque para la burguesía no hay necesidad de garantizar el derecho a una educación digna para las clases populares, sino solamente garantizarle una educación que forme la mano obra barata. En palabras de Paulo Freire, “una educación de calidad para ahondar las desigualdades sociales”
Se puede evidenciar que desde el informe del 2014 no ha habido cambios sustanciales. Se destacan dos aspectos que merecen ser analizados. Primero, hace referencia a que en los países sudamericanos se ha “logrado un enorme progreso en las políticas públicas para mejorar la calidad y el acceso a la educación”. Segundo, y lo más preocupante, porque casi es contradictorio, “hace alusión a la existencia de notables diferencias y desigualdades entre los países y al interior de cada país en la calidad y el acceso a la educación”.
Es preocupante el hecho cierto de que la OEI ya no habla de la educación como un derecho que está garantizado en la Constitución de los estados, ahora por el contrario, pone énfasis en que hay que mejorar la calidad y el acceso a la educación.
Cuando hablamos de calidad de la educación, hay que diferenciar de manera crítica que si ésta es planteada con una concepción neoliberal, lo resultados serán defendibles por un sector minoritario de la población y rechazado por las mayorías. Puesto que los sectores populares defienden una propuesta emancipadora que conjugue la educación con el trabajo y el aprovechamiento soberano de los recursos naturales. En cambio, la “propuesta neoliberal vigente en todos los países sudamericanos”, propone reformas que terminan fortaleciendo la privatización de la educación.
Diga lo que se diga, en el sistema educativo neoliberal, la oligarquía que incluso no tiene necesidad de estar encaramada en el poder, impone su política de libre mercado a los gobiernos de turno, y siendo los financistas de las campañas electorales, propician a través del BM, FMI o la OCDE una educación pública denostada y sin recursos, con el único fin de garantizar la competitividad económica, es decir, en un negocio que genere el máximo de rentabilidad dentro del modelo globalizador capitalista muchas veces enmascarado de progresista.
Mientras impere el sistema capitalista, las esperanzas de una educación liberadora no pasarán, porque para la burguesía no hay necesidad de garantizar el derecho a una educación digna para las clases populares, sino solamente garantizarle una educación que forme la mano obra barata. En palabras de Paulo Freire, “una educación de calidad para ahondar las desigualdades sociales”