El narcotráfico ha creado una compleja red que atraviesa a todas las instituciones del Estado y de la sociedad, transformando y corrompiendo las relaciones económicas, sociales y culturales. Las clases trabajadoras y medias, tradicionalmente alejadas de las actividades ilícitas, han quedado atrapadas en medio de esta estructura debido a varios factores.
Hace unos días leí en el medio de información alternativa Rebelión, que el “narcotráfico ha dado lugar a nuevas castas sociales: el narcoproletariado, compuesto por jóvenes reclutados como sicarios…; y la narcoburguesía, representada por los lavadores de dinero, con vínculos en las instituciones estatales como en la empresa privada”, perpetuando así, un sistema de corrupción que facilita el flujo de capitales ilegales y erosiona la institucionalidad del Estado.
Los gobiernos de turno culpan siempre al anterior, ignorando que son los mismos grupos políticos y económicos quienes han gobernado el país. Además, son estos gobiernos los que han dejado impunes a quienes participan en el transporte o comercio del narcotráfico, incluidos servidores públicos, empresarios privados, policías, militares e incluso administradores de justicia. La llamada "narcoburguesía" se muestra como intachable o exitosa, ya que su influencia política les permite presentar actividades ilícitas como legítimas corrompiendo al Estado y a la sociedad.
Ellos son responsables de la existencia del "narcoproletariado", formado por niños, adolescentes y jóvenes provenientes de contextos de extrema pobreza que han sido atrapados por las organizaciones criminales. Estas personas son involucradas en actividades delictivas como el sicariato, la distribución y el consumo de drogas.
Para enfrentar los profundos pantanos sociales, es necesario un gobierno de unidad popular que priorice soluciones efectivas a la crisis del país. Desigualdades como la falta de acceso a educación, empleo digno, protección social e inseguridad ha convertido a muchos ciudadanos en víctimas y victimarios de un sistema que los margina y explota.
El gobierno del empresario Daniel Noboa, ha quedado atrapado en ofertas incumplidas, dejando de lado prioridades fundamentales como la lucha contra el narcotráfico. Este combate debe comenzar por crear fuentes de trabajo, fortalecer la educación y promover la justicia social y la inclusión económica, aspectos que han sido postergados.
Solo convirtiendo en política públicas estas medidas, será posible desmantelar el poder de las nuevas élites corruptas y criminales que amenazan con hacer del país un narcoestado.