El Ministerio de Educación ha pintado el regreso presencial a clases como “un acto prioritario y de justicia” para los niños y jóvenes de los sectores populares. Visto así, tiene razón, pero en realidad se encubre el deseo de regresar a controlar el sistema educativo convertido durante la pandemia en un desorden absoluto tanto en lo familiar como en lo escolar. Si fuese un acto de justicia, el presidente Lasso tendría habría empezar a crear las fuentes de trabajo y subir el salario que ofreció en campaña. No es cierto que se regrese para buscar la equidad o disminuir la brecha educativa que tiene décadas, se regresa para complacer a los organismos internacionales que exigen recuperar sus ganancias.
La administración del presidente tiktokero ha demostrado inutilidad para superar la crisis generada por la pandemia, lo que se dijo en campaña fue pura demagogia. Una vez en el poder se olvidaron de la falta de equipos tecnológicos, de la conectividad, de la deserción escolar, del cierre de escuelas; del mejoramiento de la infraestructura sanitaria, se olvidaron de defender la educación pública y sobre todo de dignificar la calidad de vida de los docentes. Esta cruda realidad, muestra la poca importancia del Gobierno del triunvirato, si del triunvirato de Lasso, Nebot y Correa, que ahora se disponen a concentrar a buena parte de la población en las calles, en el transporte y en las escuelas, para ser presa fácil de los rebrotes o nuevas olas de contagios. Consecuentemente, más temprano que tarde regresaremos a las clases virtuales que seguirán sin presupuesto y desatendidas.
Lo cierto es que, luchar por la educación pública laica, gratuita y de calidad requiere la defensa de la vida, y para defender la vida se requiere de la unidad y de la organización. No me cansaré de señalar que la vacunación masiva es urgente, porque la contaminación como se señala desde los hospitales no ha disminuido, contagios y muertes son parte de la dinámica de funcionamiento de la sociedad capitalista. Tengo la certeza que la presión por la apertura de escuelas va de la mano de la liberación de actividades económicas dentro de un capitalismo en crisis, que aumenta la degradación educativa y posterga el mejoramiento de las condiciones de vida.
Los docentes durante la virtualidad han trabajado y trabajan más, mucho más de lo que el gobierno supone. Fue el gobierno de Moreno y ahora el de Lasso, los que no han cumplido, fueron ellos los que sin dar solución a la crisis educativa persuadieron a la población de que “están educando para el futuro”. Son sus políticas las que no cumplen con el mandato constitucional. Es la derecha retrograda la que se opone a la vigencia de la Ley Reformatoria a la Ley Orgánica de Educación Intercultural. Por ello, lo central es la tarea organizativa y la unidad. A decidir de qué lado estamos, del lado de quienes niegan nuestros derechos, o del lado de quiénes luchan por la vida.