Se va un presidente y su gobierno dejando una estela de sin sabores anacrónicos. Para la derecha lo mejor ha sido la lucha contra el correato; para las organizaciones sociales y populares que se respiró un poco de democracia aunque de papel pero ya sin los aires de autoritarismo y persecución. La pandemia fue el pan del día que afectó más a los ciudadanos de a pie. La falta de camas uci expandió la muerte de contagiados por la covid-19. Mientras que la inexistencia de una quirófano adecuado impidió se realice la mentada cirugía mayor contra la corrupción.
No debemos esperar que la historia juzgue política y socialmente a los gobiernos y gobernantes de turno, eso sería tarde y no tendría sentido real, tenemos que calificarlos ahora, porque parece que la historia solamente fuera escrita por ciertos nostálgicos al servicio del sistema, apoyados por otros fanáticos y desencantados que lo único que hacen es aprovecharse de la sociedad despolitizada que no analiza los acontecimientos y las consecuencias reales de la política neoliberal que sumerge a las grandes mayorías al grito de “sálvese quien pueda”.
Guillermo Lasso ganador de la segunda vuelta, luego de ser posesionado por la presidenta de la Asamblea Nacional, Guadalupe Llori, quien también le otorgó el “Gran Collar de la Orden Nacional al Mérito”, manifestó que “empieza el cambio, que todos son bienvenidos al Ecuador del encuentro y que juntos lo lograremos”. Al parecer el contraste no se presenta ideológico porque claramente será un gobierno populista que presumo no beneficiara a ese Ecuador profundo que votó con la ilusión de mejorar sus condiciones de vida. En el discurso, la propuesta parecía de una inspiración esperanzadora y conciliadora.
Aunque Lasso se ha autocalificado de liberal republicano y demócrata, no se puede afirmar que se retorna al neoliberalismo, porque la revolución ciudadana de Correa y Moreno la ahondaron, incluso suplicaron ser parte del Tratado de Libre Comercio con Europa y de la Alianza del Pacífico. Se prefirió condonar deudas a los empresarios evasores y disminuir plazas de trabajo y los salarios de los trabajadores. La política de privatizaciones empezó camuflada en alianzas públicas, luego se anunció la venta de las empresas estatales TAME, CNT, Banco del Pacífico, Hidroeléctricas, carreteras, entre otras. Sellaron con broche de oro, la firma de una “Carta de Intención” para aumentar la deuda pública con el FMI a cambio de profundizar la brecha de la pobreza, consecuentemente, los problemas sociales.
Durante la posesión de su gabinete, Lasso emitió un decreto para sacar de la central de riesgos a casi dos millones de personas que deben menos de 1000 dólares, porqué mejor no les condonó esa deuda, al fin y al cabo los bancos tienen garantizadas esas pérdidas. Mientras que Simón Cueva, ministro de economía, declaró ricos a quienes ganan más de 550 dólares, olvidando que la canasta básica supera esta cifra. Simplemente, se patentizó el populismo al pasar de “la Patria y el gobierno de todos” al “Ecuador del encuentro”.