viernes, 18 de junio de 2021

Sin seguridad sanitaria, la niñez no ejerce el derecho a la educación

    La tecnocracia del Ministerio de Educación, que en la práctica se mantiene por más de una década, se ha empeñado en regresar a clases presenciales a la brevedad posible, sin considerar la evolución de pandemia. Las recientes y reiterativas declaraciones de la Ministra María Brown tienden a persuadir a la población y a las madres y padres de familia, que el regreso a clases es inevitable, contradiciendo sus propias declaraciones de que buena parte de las escuelas, especialmente suburbanas y rurales, se encuentren en condiciones deplorables de infraestructura y que no ofrecen las mínimas condiciones biosanitarias.

Dos semanas han pasado desde el regreso de unos pocos alumnos a las aulas. La previsible exposición al contagio se cumplió afectando a profesores y estudiantes. Si se considera, que la protección contra el virus es a partir de la aplicación de la segunda dosis de la vacuna, en la práctica solamente se ha vacunado a un 30 % de docentes; mientras que los padres y madres de los escolares cuyas edades oscilan entre los 25 y 40 años, aún no han sido vacunados; tampoco se ha advertido sobre el traslado hacia la escuela y viceversa en los diversos medios de transporte; factores que determinan que el riego de contagio es alto. El regreso puede decretarse “de manera alternada, paulatina y voluntaria”, pero ni remotamente es seguro.

La Unión Nacional de Educadores y otros sectores han señalado que la pandemia mostró el inhumano estado del Sistema Educativo Nacional: pésima infraestructura, poca cobertura de conectividad, grandes fisuras digitales, desigualdades y pobreza crecientes, incremento de la agresión a las mujeres, abusos contra menores de edad; situaciones que se complican con la orden ministerial de trabajar unos planes de estudio con contenidos y enfoques de enseñanza que priorizan el logro de aprendizajes en lugar de la comprensión y el desarrollo del pensamiento crítico; y sobre todo, la actuación de los estudiantes ante la pandemia y sus efectos. Son signos de que en la educación nacional camina muy mal, desde hace décadas.

El gobierno del Presidente Lasso, ha confirmado que, la gestión de la educación no responde a los objetivos nacionales ni al interés superior de la niñez. En estos tiempos de pandemia se evidencia el sometimiento a los dictámenes del Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, cuya receta es: “lávense las manos con bastante agua, utilicen alcohol y gel”, además disponen que se revisen las guías para el regreso “seguro” a clases: Por tanto, la tecnocracia ministerial y buena parte de directivos que han solicitado regresar a clases presenciales, parecen no poseer el compromiso y solidaridad para ponerse en el lugar de los estudiantes, padres de familia y docentes.

Sin embargo, ante las presiones, los chantajes y el voluntarismo; son más frecuentes los pronunciamientos públicos de las madres y padres de familia, reclamando seguridad para la salud y la vida de sus hijos, pues sin eso, dicen, “no hay derecho a la educación”.