viernes, 7 de mayo de 2021

Día de la Madre, felicidad condicionada por una sociedad deshumanizada

   El día más hermoso, es hoy el de mi madre, voy a saludarla con ansias y emoción… camino hacia su casa con un pequeño obsequio, aunque ella se merece el mundo y mucho más” reza la letra de una canción a la madre. Todos los días es preciso rendir homenaje a las madres. A la madre trabajadora, profesional, maestra, obrera, campesina, indígena, ama de casa, a las madres que están en primera línea cuidando la seguridad y salud de los ciudadanos, a todas ellas, a mi madre que yace en el hecho del dolor, un abrazo y un saludo fraterno.

   En sus orígenes, el Día la Madre estuvo dedicado a honrar el amor y sacrificio de las madres por sus hijos. Luego el sistema volvió comercial la sublime fecha, como si la madre fuese un objeto al que en un solo día hay que adornarla con más objetos, como si no tuviéramos otros motivos para venerar a la madre todo el año. O como si la madre fuera un ser único sin diferencias de clase, condición cultural, etc. ¿Acaso puede ser lo mismo una madre obrera de vida humilde que una madre privilegiada por los placeres que proporciona la abundancia del dinero? No, la escasez y la opulencia marcan la diferencia.

¿Y las otras madres? La madre soltera, la madre estudiante, las madres que venden su cuerpo al infame postor, o la niña que producto de la bajeza machista se convierte en madre terminando con su niñez e inocencia, aquella niña madre que acaba de librar una batalla contra la sociedad deshumanizada que se opone a respetar y defender su vida, su dignidad y sus derechos A esas madres seguramente les dirán con hipócrita pleitesía, Feliz Día de la Madre, olvidándose de la más injusta cadena de privaciones.

Y qué hay de la madre migrante, cuyos sueños de ver crecer a sus hijos se desvanecen en el viento como un espectro, dejándola sumida en la tristeza y en la desesperación. Y sin embargo, también le dirán Feliz día de la Madre. El sistema y los gobiernos de turno, niegan sus derechos y encadenan su libertad. Han institucionalizado la corrupción y la pobreza, pero la idiosincrasia y la pasividad nos han hecho creer que es el destino, y no entendemos que es hora de rebelarnos porque ni siquiera conocemos la dimensión de las injusticias.

A todas las Madres, que con su cariño y ejemplo maternal nos enseñan a luchar, para que esos derechos ignorados nos sean reconocidos y retribuidos con justicia. Este día, ahora con mascarillas diseñadas perfectamente para silenciar a las madres y a los sectores populares, no nos callaremos, diremos, Feliz Día Mamá, emulando el papel protagónico y heroico que desempeñaron madres como Dolores Cacuango y Transito Amaguaña, cuyas banderas de unidad y lucha siguen flameando gloriosamente en todos los rincones de la Patria, como cuando en la insuperable novela de Máximo Gorky, “La Madre” recoge la bandera caída y con lágrimas en los ojos continúa marchando hacia delante.