¿Y las otras madres? La madre soltera, la madre estudiante, las madres que venden su cuerpo al infame postor, o la niña que producto de la bajeza machista se convierte en madre terminando con su niñez e inocencia, aquella niña madre que acaba de librar una batalla contra la sociedad deshumanizada que se opone a respetar y defender su vida, su dignidad y sus derechos A esas madres seguramente les dirán con hipócrita pleitesía, Feliz Día de la Madre, olvidándose de la más injusta cadena de privaciones.
Y qué hay de la madre migrante, cuyos sueños de
ver crecer a sus hijos se desvanecen en el viento como un espectro, dejándola
sumida en la tristeza y en la desesperación. Y sin embargo, también le dirán
Feliz día de la Madre. El sistema y los gobiernos de turno, niegan sus derechos
y encadenan su libertad. Han institucionalizado la corrupción y la pobreza,
pero la idiosincrasia y la pasividad nos han hecho creer que es el destino, y
no entendemos que es hora de rebelarnos porque ni siquiera conocemos la
dimensión de las injusticias.
A todas las Madres, que con su cariño y ejemplo maternal nos enseñan a luchar, para que esos derechos ignorados nos sean reconocidos y retribuidos con justicia. Este día, ahora con mascarillas diseñadas perfectamente para silenciar a las madres y a los sectores populares, no nos callaremos, diremos, Feliz Día Mamá, emulando el papel protagónico y heroico que desempeñaron madres como Dolores Cacuango y Transito Amaguaña, cuyas banderas de unidad y lucha siguen flameando gloriosamente en todos los rincones de la Patria, como cuando en la insuperable novela de Máximo Gorky, “La Madre” recoge la bandera caída y con lágrimas en los ojos continúa marchando hacia delante.