La formación cívica, ciudadana, política o como se la quiera denominar, es un tema aún pendiente en el sistema educativo ecuatoriano, está asignatura que debe incluirse en el currículo escolar, esta llamada a desarrollar el interés por conocer los problemas sociales y políticos del entorno, del país y del mundo. Así, los jóvenes y adultos pasarían a ser parte de la solución de los problemas cotidianos y específicos de cada comunidad, de modo tal, que practicarían una autentica participación ciudadana para la defensa de sus derechos y la exigencia de recibir los servicios básicos para el bienestar individual y colectivos.
El recién electo legislador de Pachakutik por Guayas, manifiesta que por discrepancias con el coordinador provincial, se “retira de la bancada asambleísta de Pachakutik y se declara independiente”, ¿independiente de qué? ¿Acaso los restantes asambleístas son dependientes? Los asambleístas deberían saber que fueron electos para acatar la voluntad ciudadana, única capaz de liderar cambio profundos. ¿Quizá pretende actuar voluntariamente? Declararse independiente porque si, no es mala idea ni ninguna baratija, tiene precio… Ser independiente no es sinónimo de independencia, el poder del dinero y el sistema oligárquico, los corrompe. En palabras del Dr. Lenin Paladines, utilizan al partido político como “vientre de alquiler” solamente hasta ganar la curul. Mi abuelo, los calificaba de “carroña” oportunista.
Lamentablemente, en la función pública y en la actividad política, la moral y la ética son apenas valoradas por los involucrados y por la sociedad misma. Esa es la razón de la reaparición del “hombre del maletín”, de los “camisetazos”, del reparto del “pastel administrativo”; en suma la existencia de estos peligrosos tránsfugas políticos que emulando a Judas se venden al mejor postor, aumentará. La norma es que al inicio se alinean al gobierno de turno; y al final pasan a la oposición. La sanción por el paso de asambleístas, prefectos, alcaldes, concejales, etc., de un partido o movimiento político a otro distinto por el que fueron elegidos, debe ser la destitución, porque se está traicionando la voluntad de los electores.
De no cambiar las reglas del quehacer político, la desconfianza a las autoridades y a la propia institucionalidad, merman las posibilidades de combatir la corrupción, con ello crece la pobreza, la delincuencia, no se crean fuentes de trabajo ni un adecuado acceso a los servicios de salud. Luego, cuando los sectores populares y los trabajadores se ven obligados a salir a las calles a exigir se mejoren sus condiciones de vida, se criminaliza la protesta, se persigue, se encarcela y hasta se asesina. Ahora mismo, vemos al hermano pueblo colombiano reclamar por sus derechos, y al igual que a los ecuatorianos en octubre de 2019, se los acusa de “socialistas y terroristas”.
Lo cierto es que, la conducta política de los sectores populares es el reflejo y resultado de los gobiernos neoliberales que aumentan la cultura del privilegio de unos pocos, poniendo en peligro la vida, la libertad social y el bienestar.