viernes, 23 de abril de 2021

La crisis del país no se superará con desarrollismos

A partir del año 2000 la pobreza en el Ecuador se incrementó, muy a pesar que de los presidentes de turno hayan forjado cifras al contrario, negando las destacadas por el instituto de estadísticas en relación a los ingresos mensuales, condiciones de vida, de vivienda, saludo, educación y acceso a servicios básicos. El problema de la pobreza debe tratarse como fenómeno estructural, por tanto, si el gobierno entrante no se empeña en cambios profundos para lograr una real recuperación económica, la solución no es fácil. La visión neoliberal de apertura a la inversión extranjera no será suficiente, me temo, que acudirá a la consabida receta de privatización de las empresas públicas.

Durante la década del correato se pintó al modelo de gobierno como socialista, quizá inicialmente y gracias a la bonanza económica se hicieron algunos avances de carácter social, lamentablemente luego manchados de potencial y comprobada corrupción. Los últimos cuatro años, intentaron restaurar el poder conservador bajo la lógica de subordinación al modelo capitalista definido por las cámaras de comercio e industria. No tuvieron éxito, especialmente por la resistencia popular de octubre de 2019.

Durante la campaña de segunda vuelta, los candidatos finalistas se reunieron con representantes del FMI, seguro se afirmó allí que el futuro económico del país es incierto si no se acogen las recomendaciones del organismo internacional, y desde luego que lo es, particularmente por los efectos de la pandemia.  Cada vez más son los ecuatorianos que pierden sus plazas de trabajo en el ámbito público y privado, sumado a que el gobierno ha retrasado la compra de vacunas, discriminando el acceso no tanto por prioridades, cuanto si por la mala organización.

Si bien, para los entendidos en economía -capitalista-, la elección de Guillermo Lasso, trae “vientos frescos” y abre nuevas esperanzas, en particular en el tratamiento y combate a la pobreza y corrupción, “no le queda la mesa tendida”, como lo ha reconocido el presidente Moreno, El electo mandatario, al no contar con un bloque de asambleístas que respalde su gestión, no le queda otra que los acuerdos, que sin duda consistirán, quiérase o no, en el reparto de poder, lo cual tampoco implica un mejoramiento inmediato de la crisis que vive el país.

De hecho, el tema de la pobreza es parte del orden capitalista, donde casi es una norma de vida. Hay que entender, que el crecimiento de la riqueza no significa la disminución de las desigualdades e inequidades sociales. Por eso, el problema para el gobierno entrante, calificado de derecha y abierto al mercado capitalista, es que no podrá disimular los límites entre el enriquecimiento y la pauperización de buena parte de la población ecuatoriana y migrante.

El apoyo al emprendimiento anunciado durante la campaña, para la superación de la pobreza y creación de fuentes de trabajo, no será suficiente. El Estado debe asumir con responsabilidad un cambio profundo de la política económica, puesto que el problema no podrá superarse con “desarrollismos”.