La campaña electoral hacia Carondelet está mostrando el cansancio del sistema capitalista.
Por un lado el supuesto modelo exitoso correísta evidencia la incapacidad para detener la ascendente corrupción del grupo de manos limpias, limitándose a decir que la combaten, pero más a vender la figura del mashi para encantar a sus fanáticos.
Para la derecha la idea es, aprovechar la ley del vaivén electoral y de la decepción que la gente tiene contra la revolución correísta. La gente no quiere a la derecha, pero todavía el descontento contra la revolución ciudadana es más fuerte, que los obliga a creer en la teoría del mal menor.
Mientras que los sectores progresistas y de izquierda apuestan por una alternativa de cambio dentro del propio sistema, que empiece por la reorganización de los sectores populares y de los trabajadores en una especie de lucha generacional en la dirigencia, pero a la par que trate los temas nacionales, plantee también la solución de los problemas de clase.
El problema durante la “década ganada”, es que un grupo de mentes lucidas y pseudo revolucionarias, han cogobernado con la derecha y empresarios ligados a las transnacionales, manteniendo el sistema económico neoliberal instaurado por Febres Cordero y la banca usurera.
Los movimientos y partidos políticos ligados a la burguesía, una vez más, con otros membretes pero con las mismas palabras, dicen que el problema no es ideológico, que no es de izquierda o de derecha, sino de falta de fuentes de trabajo e irrespeto a los derechos fundamentales de las personas y de la naturaleza.
Sin embargo, precisamente el problema de la pobreza y violación de derechos, tiene que ver con la ideología, con el sistema económico que se defiende y a que clase se representa, ¿a los empresarios o a los trabajadores? ¿a dónde apuntan sus propuestas?. Si a defender a los sectores populares o a cuidar de los intereses de los empresarios, apuntando a la privatización de secciones claves de la economía nacional, a pesar de que se ha demostrado que las recetas neoliberales son las que han conducido al gobierno y al pueblo a una bancarrota propia de tiempos de guerra.
Lo cierto es que los trabajadores y los sectores populares necesitamos cambios de fondo, no de forma. Necesitamos un gobierno encabezado por trabajadores y luchadores sociales probados que defiendan los intereses de todo el pueblo.
Por un lado el supuesto modelo exitoso correísta evidencia la incapacidad para detener la ascendente corrupción del grupo de manos limpias, limitándose a decir que la combaten, pero más a vender la figura del mashi para encantar a sus fanáticos.
Para la derecha la idea es, aprovechar la ley del vaivén electoral y de la decepción que la gente tiene contra la revolución correísta. La gente no quiere a la derecha, pero todavía el descontento contra la revolución ciudadana es más fuerte, que los obliga a creer en la teoría del mal menor.
Mientras que los sectores progresistas y de izquierda apuestan por una alternativa de cambio dentro del propio sistema, que empiece por la reorganización de los sectores populares y de los trabajadores en una especie de lucha generacional en la dirigencia, pero a la par que trate los temas nacionales, plantee también la solución de los problemas de clase.
El problema durante la “década ganada”, es que un grupo de mentes lucidas y pseudo revolucionarias, han cogobernado con la derecha y empresarios ligados a las transnacionales, manteniendo el sistema económico neoliberal instaurado por Febres Cordero y la banca usurera.
Los movimientos y partidos políticos ligados a la burguesía, una vez más, con otros membretes pero con las mismas palabras, dicen que el problema no es ideológico, que no es de izquierda o de derecha, sino de falta de fuentes de trabajo e irrespeto a los derechos fundamentales de las personas y de la naturaleza.
Sin embargo, precisamente el problema de la pobreza y violación de derechos, tiene que ver con la ideología, con el sistema económico que se defiende y a que clase se representa, ¿a los empresarios o a los trabajadores? ¿a dónde apuntan sus propuestas?. Si a defender a los sectores populares o a cuidar de los intereses de los empresarios, apuntando a la privatización de secciones claves de la economía nacional, a pesar de que se ha demostrado que las recetas neoliberales son las que han conducido al gobierno y al pueblo a una bancarrota propia de tiempos de guerra.
Lo cierto es que los trabajadores y los sectores populares necesitamos cambios de fondo, no de forma. Necesitamos un gobierno encabezado por trabajadores y luchadores sociales probados que defiendan los intereses de todo el pueblo.