Los ecuatorianos desde el inicio de la
cuarentena vienen alternando el teletrabajo con las clases virtuales, en estos dos
meses, por las diversas redes sociales en broma y en serio se hace conocer de
los malabares de los padres de familia para contener en casa la “hiperactividad”
de los pequeños y el “apetito voraz” de los adolescentes por quebrantar las
normas del aislamiento social.
Sin duda, los primeros días de la
tele-escuela estaban llenos de entusiasmo, sus padres se involucraron en el
acompañamiento para la realización de las tareas escolares; el interés se
perdió justo cuando la Ministra de Educación expresaba por los medios de
comunicación, que éstas no serían calificadas, que lo importante era la salud y
la vida. Claro que es así, pero el trabajo de los estudiantes debe ser
evaluado, caso contrario se pierde el valor del aprendizaje. No digo la
autoridad del docente.
La tecnocracia del Mineduc hasta la
fecha ha dispuesto cerca de un centenar de acuerdos, memorandos, instructivos y
etcéteras de disposiciones que muchos directivos escolares reenvían a los
docentes con la respectiva amenaza de que si se incumplen habrá la consiguiente
sanción. Al menos ya reconocen que solamente un 37 % de la población
estudiantil cuenta con equipos y conexión para el trabajo por plataformas como “Teams,
Zoom, Facebook” y otras cuyos resultados no han sido los esperados. Esto demuestra
que para el Mineduc es más importante el cumplimiento y menos el aprendizaje.
Los docentes venimos diciendo, que los
estudiantes de educación inicial, básica elemental y media solo pueden realizar
una parte de las actividades para su aprendizaje con su docente distante, por
lo que, son los padres de familia los que deben tomar nota de las indicaciones
que los profesores y el Mineduc imparten por medio del “plan de contingencia
académico”, para ayudar a sus hijos. Esta sola acción manda al traste la
creatividad del niño, a la pedagogía y a la didáctica reconocida en conjunto,
como el “arte de enseñar”.
Algo
similar sucede con los estudiantes de básica superior y de bachillerato, que en
la mayoría de los casos transcriben sobre la marcha, fotografían sus trabajos y
los comparten entre ellos, los que luego son enviados a sus docentes o a las
plataformas. Decimos que el aprendizaje es descubrimiento, pero así no lo es ni
lo hay.
Ante las últimas instrucciones
ministeriales para que la evaluación “correspondiente al segundo quimestre sea
a través de la elaboración de un portafolio con las actividades realizadas (por
el estudiante) en casa durante este período”; se despertó el interés de padres de
familia y estudiantes por el cumplimiento
apurado de estas actividades.
Los
docentes acostumbrados a luchar por los derechos sociales, por las justicia y
por la vida, proponemos a los padres de familia, mantener el ritmo de
aprendizaje de sus hijos con amor y más tiempo hasta que vuelva a sonar el
timbre de la escuela, seguro ya habremos vencido el miedo al virus y a las
injusticias.