viernes, 30 de octubre de 2015

El otro debate que los sectores populares exigen



Sin pena ni gloria y con la decepción y preocupación de un moderador con el papel de acusador, concluyó el debate económico, en el que el Presidente Correa, convertido en entrevistador, entrevistado y poseedor absoluto de la razón, reiteró que la crítica situación actual que vive el país es culpa del pasado, pero al mismo tiempo afirmó que el Gobierno ha manejado bien los recursos económicos; que a pesar de la caída de los depósitos se cuenta con las reservas suficientes, las mismas que están bien invertidas en obra pública; que están garantizadas las pensiones jubilares, etc., etc.
La mala conducción del programa, impidió que los supuestos opositores al régimen, expresen ordenadamente sus opiniones, y a pesar de que se pidió tener “un dialogo técnico” sé terminó acusándoles tratar de sacar réditos políticos del debate.
De otro lado, la expectativa de los sectores populares estaba fijada en conocer propuestas relacionadas con el enfoque interministerial para tratar la seguridad social y la generación de empleo a las poblaciones suburbanas y rurales. Se esperaba que se analice juiciosamente los desafíos políticos y de gestión que garanticen el pleno ejercicio de derechos y libertades sociales.
Que se diga en la práctica, cuales son las estrategias para que la aprobada Ley de Alianzas Público Privadas favorezcan a la sociedad civil en su conjunto, sobre la base de la sistematización de las experiencias nacionales e incorporarlas a las actividades cotidianas de los gobiernos autónomos descentralizados.
Que se aclare o aproximen alternativas a la capacitación y apoyo a los micro-emprendimientos, a las empresas familiares, programas de empleo autónomo e iniciativas para promover la inserción laboral de la mujer y no solamente la proselitista afiliación a la seguridad social de las amas de casa.
Sin embargo, poco o nada de eso se escuchó. Por el contrario se insistió en informes y recetas de organismos internacionales que finalmente terminarán profundizando irracionalmente las desigualdades sociales.
Queda entonces, a las organizaciones populares de base, retomar sus principios de luchar por una sociedad justa y democrática, lo cual plantea la necesidad inaplazable de unificar sus fuerzas para alcanzar las transformaciones que la patria necesita y el pueblo reclama, por una mayor democratización de la sociedad ecuatoriana y una distribución equitativa de la riqueza que permita el buen vivir de las grandes mayorías nacionales.