viernes, 23 de octubre de 2015

César Montaño Galarza, gestor de una universidad inserta en el tejido social



La Universidad Andina Simón Bolívar, gestionada por el académico, escritor y político Enrique Ayala Mora, mantiene un enorme prestigio nacional e internacional, son evidentes sus éxitos y capacidad en la formación de estudiantes de postgrado y liderazgo en investigación y producción de conocimiento con enfoque crítico y pluralista.
El 30 de octubre se desarrollará un proceso de consulta previa a los estamentos universitarios de la Andina, los resultados servirán de referencia al Consejo Superior, para que de dos candidaturas, designen al sucesor de Enrique Ayala M., tarea nada fácil.
Uno de los candidatos, es el actual Embajador en Colombia y ex Ministro de Educación de los gobiernos de Borja, Palacios y Correa, que entre sus “méritos” destaca la engañosa declaratoria de “Ecuador Patria Alfabetizada", en la que se afirmaba haber “hecho en dos años lo que ningún gobierno hizo en décadas". La otra candidatura corresponde al jurista lojano Cesar Montaño Galarza, actual coordinador del área de Derecho, quien como ex alumno, seguro velará por la “preservación de la excelencia, la autonomía y el sentido crítico de la UASB”, y para que esa relevancia y autonomía, fruto de la acumulación del pensamiento libre y tradición histórica no se revierta por la intención correísta de controlarla, probablemente para revivir las oscuras prácticas de prebendas con las agrupaciones políticas sectarias y corporaciones que permanecen en los pasillos de los poderes estatales, cuya tarea principal consistía en su auto reproducción obstaculizando proyectos de innovación y resistencia en favor del desarrollo nacional.
El país vive un “cambio de época” en el orden social, político y económico, que no solo limita el acceso al saber sino que genera un sistema universitario y científico totalmente confuso, en el que el concepto mismo de universidad está en discusión. Ante ello, la UASB con el Doctor César Montaño en el rectorado, tendrá la capacidad de pensarse, de redefinirse y establecer un programa de transformaciones imprescindibles, para insertar a la universidad en el tejido social y comprometerla con el derecho universal a una educación productora de conocimiento socialmente relevante, solidaria, crítica y emancipadora que convierta a los saberes activos en bienes públicos y de uso social, en oposición a la versión neoliberal de la revolución ciudadana, que tiende a concebir a la universidad ecuatoriana como mera fábrica de profesionales para satisfacer las demandas del mercado.