Por: Rossana Palacios/Presidenta UNE-Nacional
Por un lado el gobierno suplica a las transnacionales mineras que vengan a depredar nuestro territorio, a atentar contra la vida de nuestros pueblos y de nuestra naturaleza, exonerándoles del pago de impuestos con la denominada “estabilidad tributaria”, por otro exprime el bolsillo de los trabajador es, con reformas como las planteadas al Código del Trabajo, que incluyen la obligatoriedad de aportar al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) a todo trabajador autónomo, profesional en libre ejercicio, el menor trabajador independiente, las personas que realizan trabajo no remunerado del hogar, etc., quienes deberán aportar, de manera obligatoria, sobre la base de un cálculo que nadie sabe de qué manera se realizará.
Este tipo de respuestas da el régimen a la crisis económica, producida por la caída del precio del petróleo, así como por la revalorización del dólar y la consecuente caída de la balanza de pagos.
¿Y cómo entiende el correísmo, el famoso cambio de la matriz energética? De este modo: hay que explotar el Yasuní, para vender un mayor volumen el petróleo, pero al mismo tiempo hay que entregar nuestro subsuelo a las trasnacionales mineras, para que nos entreguen pírricas ganancias, a cambio de la destrucción de los ecosistemas y de la vida de los pueblos que viven en esas zonas.
Nunca en la historia del país pudieron estar más contentos los grandes grupos económicos, con un gobierno que vocifera ser de izquierda, pero sirve mejor que nunca a la derecha. Las medidas con las que el gobierno pretende ajustar los problemas fiscales que le surgirán con la baja del precio del petróleo, jamás incluirían una afectación a esas 500 familias ricas, que no solo que engordan sus bolsillos hoy, sino que esperan con ansias el famoso “cambio de la matriz productiva”, para recoger todavía en mayores proporciones, el fruto de la sobreexplotación a la clase obrera.
En las famosas enmiendas constitucionales el propósito principal es permitir que Rafael Correa vuelva a ser candidato, no son capaces de respetar la opinión mayoritaria de los ecuatorianos.
No escuchan la idea distinta, más bien la criminalizan, la persiguen de forma brutal, como ocurrió con estudiantes del colegio Mejía sancionados varias veces por el mismo supuesto delito: participar en las protestas contra el régimen. O como los activistas defensores del Yasuní, que fueron detenidos y tratados como delincuentes por viajar en una caravana hacia la cumbre climática, en Perú, a denunciar lo que ocurre con la amazonía en el Ecuador.
Está por concluir un año de profundización del perfil autoritario del Estado, con una Asamblea Nacional desprestigiada por su sumisión al ejecutivo y la promulgación de un conjunto de leyes antipopulares. Con un paquete de enmiendas que transgreden la Constitución de Montecristi, abriendo el camino para la reelección presidencial estableciendo normativas que afectaran los derechos de los trabajadores y los pueblos y los intereses del país.
Terminamos el 2014 como un preámbulo de abiertas regresiones, de afirmación de la dependencia extranjera, de mayor injerencia del FMI y el Banco Mundial, de mayor deuda externa, con una nueva muerte la del dirigente Shuar José Tendetza. Pero así mismo, termina el año con un gran augurio de fortalecimiento de la unidad popular, de fortalecimiento de la lucha social, del liderazgo de las organizaciones sociales y populares y políticas de izquierda.
Por ahora, estas festividades de diciembre serán, como siempre ha ocurrido, un espacio para el regocijo y la unión familiar, pero en medio de esto no dejará de hablarse de cómo se desarrollará la lucha social en el 2015, un año que para los pueblos la palabra es: optimismo, para el gobierno: incertidumbre. Un año para el paro del pueblo!