Para la memoria de los humanos, es la memoria pública la que se convierte en la única garante de nuestros recuerdos, pues cumplir un año más, dos, cinco diez o cien años más, está bien, pero en la escala histórica hace falta la existencia de los relatos así mismo históricos, pues sólo ellos, sobrepasan el límite de la existencia humana y duran más que sus miembros para recordarnos los acontecimientos de las sociedades, de sus culturas y creencias.
Seguramente los españoles tienen motivo suficiente para conmemorar el viaje de Cristóbal Colón en el que accidentalmente descubrió para el mundo occidental un nuevo continente, muchas son las interpretaciones de este hecho en la marcha posterior de nuestros pueblos, pues aún nos queda el reto del mayor descubrimiento de América, aquél donde “los latinoamericanos nos descubramos a nosotros mismos”.
Aquel 12 de octubre de 1492, fue la coyuntura que aprovechó el reino Español para allanar el camino de la invasión dejando sus huellas de exterminio brutal de millones de aborígenes y de redes culturales y de saqueo de nuestra riqueza por todos los rincones que iba incorporando a su “mundo colonizado”.
Hay quienes califican este hecho como un “diálogo entre dos mundos”, tal vez un diálogo impuesto por las armas y la biblia de los europeos sobre nuestros pueblos. La verdad es que son más de quinientos años de resistencia de nuestros pueblos y nacionalidades contra las distintas formas de opresión y sometimiento impuestas por las prácticas colonialistas y neocolonialistas. Claro que no hay proceso colonizador sin resistencia. Resistencia que de una u otra manera a resguardado alguna de las formas de organización y valores ancestrales de nuestros pueblos, como una reafirmación de la lucha por la soberanía y liberación nacional reflejada actualmente en la lucha de los trabajadores, campesinos, empleados públicos, educadores, amas de casa y pueblo en general en su enfrentamiento con el mismo enemigo: el capitalismo que solamente cambió de nombre o mejor dicho, de amo
No obstante, los más de quinientos años de recordación de este acontecimiento histórico, debe convocarnos no sólo a la reflexión teórica sino de manera particular, a la profundización de los esfuerzos por el fortalecimiento de la unidad latinoamericana para aprovechar el entretejido de ensayos socioculturales y políticos junto a nuestra riqueza natural y diversidad cultural sirva para construir una patria justa y solidaria, donde el pueblo tenga una vida digna, para lo cual, obviamente hay que cambiar la teoría de la dependencia por los procesos de liberación a través de la participación, la investigación social y la creación de un sistema educativo nuevo, emancipador.
Durante los más de quinientos años de resistencia al sometimiento imperial, los pueblos junto a los hombres y mujeres progresistas nos hemos convencido que la dolorosa realidad colonial e imperialista debe quedar atrás, que aquellas tortuosas formas de explotación y dominación no pueden continuar, porque “los latinoamericanos ya empezamos a descubrirnos a nosotros mismos”, porque hemos desarrollado los nuevos contenidos democráticos y antiimperialistas, porque sabemos que “otro mundo es posible” si asumimos como pilar fundamental para este avance, a la educación liberadora y al rescate cultural de nuestros pueblos.