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viernes, 1 de octubre de 2010

Ultra derecha ensaya golpe de Estado en Ecuador

No me cabe la menor duda que la intentona de golpe de estado ensayado por la ultraderecha internacional y su camarilla criolla contó con la asistencia de la CIA, la USAID, e incluso con la prensa oligarca cuya práctica es la misma, derrocar los gobiernos democráticos y progresistas que afectan sus intereses, es decir que les impiden seguir enriqueciéndose acosta del hambre popular.
Las primeras horas del día jueves se conoció por los medios de comunicación acerca del amotinamiento de la tropa policial en el regimiento Quito, nadie va a creer que los jefes policiales y militares no tenían previo conocimiento de lo que iba a suceder, ellos, lo recalco, ellos sabían de lo que se venía, sin embargo dejaron y utilizaron a la tropa, a aquellos policías que al igual que la mayoría del pueblo ecuatoriano, nos afecta las decisiones prepotentes del gobierno de la revolución ciudadana que aplicando recetas neoliberales vulnera los derechos y conquistas logrados en jornadas de lucha y movilización como la última, que más allá del rescate al presidente Correa, acudió a una jornada de movilización en defensa de la democracia y de la constitucionalidad. Por tanto, la tropa policial fue manipulada por la oligarquía golpista bajo el pretexto de que la Asamblea Nacional había resuelto allanarse el día anterior, a un veto presidencial respecto de la nueva ley de Servicio Público que elimina para militares y policías ciertos estímulos económicos por ascensos…
Los sectores golpistas en complicidad con buena parte de los mandos policiales y militares se sirvieron de este evento a la espera de lograr el respaldo popular, pues no se explica el silencio guardado por ellos durante las primeras horas de la denominada inmovilización en defensa de sus derechos, es decir, el croquis conspirativo se evidenció de manera pública, cuando ciertos burócratas y estudiantes universitarios de derecha junto a politiqueros seudoizquierdistas salieron a las calles a respaldar  la protesta policial, al tiempo que pedían al Presidente Rafael Correa ponga a disposición su cargo y convoque a elecciones, obviamente estos oportunistas pronto cambiaron de actitud cuando se dieron cuenta que el verdadero pueblo salía a las calles a defender la democracia y rescatar al Presidente Correa.
En esta historia de traición buscaban protagonismo grupos que se identifican con el Movimiento Popular Democrático MPD quienes hasta hace poco estaban con la “revolución ciudadana” pero que cambiaron de posición el instante mismo, en que el Gobierno de Correa comenzó a resquebrajar sus canonjías. A ellos hay que agregar a la dirigencia de Pachakutik, que también quiso pescar a río revuelto, y desde luego a los  sectores de la vieja partidocracia, a quienes no les gusta la propuesta política del Gobierno de Correa.
Afortunadamente al medio día, el panorama nacional comenzó a despejarse. Tanto el Comandante de las Fuerzas Armadas como el Comandante de la Policía Nacional en cadena nacional de radio y televisión, manifestaron su respeto y lealtad al orden constituido. La solidaridad de los pueblos latinoamericanos y a nivel mundial no tardó en denunciar el golpe de estado y exigiendo respeto al gobierno constitucional del Ecuador. Indistintamente en todo el país, se dieron muestras de respaldo a Correa y a la democracia,  una vez más el pueblo quiteño fue el protagonista principal, no dudaron en salir a su trinchera natural, las calles, para defender la soberanía, la constitucionalidad y la democracia.
Quizá el Presidente Correa y sus adláteres de la revolución ciudadana aprendan la lección, los cambios que se hagan tienen que beneficiar al pueblo, caso contrario el pueblo se levantará, y los policías al igual que los servidores públicos, los maestros, trabajadores, campesinos amas de casa, también son pueblo, y por lo tanto también ven afectados sus derechos por la desviación del proyecto político por el que el pueblo ecuatoriano votó y que por momentos, parece no diferenciarse en nada de la política neoliberal aplicada por todos los gobiernos anteriores que abiertamente se declararon serviles e incluso los mejores amigos del imperialismo.