Por: John Jairo Salinas

Así es que en esta hora en que despiertan los pueblos, encontramos al CHE, con los piqueteros argentinos, con los indígenas ecuatorianos, bolivianos, peruanos, con los sin tierras brasileños, con los hambrientos haitianos, con los campesinos y habitantes de los cerros venezolanos, en la boca y las canciones de los pioneritos cubanos, con los ecologistas europeos, con los negros de los barrios de Harlem y Manhattan y hasta en las más humildes tribus africanas, y en la lucha de los pueblos\asiáticos árabes, al frente, en la primer a línea del combate, irreductible e irreverente predicando la necesidad de construir el hombre nuevo como único camino para ser «más humana la humanidad».
Y es por eso que marchando hacia el medio siglo de su forzada partida, rumian de odio sus enemigos, se encolerizan el seudo demócrata y el fascista cuando descubren en la mirada transparente del pueblo su misma mirada, cuando leen en los labios oprimidos de los pobres el nombre del Che. Vano esfuerzo por detener la marcha de la historia empujada por hombres que como el eterno Comandante sembró su buena semilla en el corazón de los mejores hijos de la geografía morena de los mundos. Sus fotos, sus discursos, todo lo relacionado a él, es objetivo militar de los carroñeros del odio. No pueden y nunca podrán, Neruda lo presintió veinte años antes del octubre del 1967 «Le cortaron las manos y hoy golpea con ella».
Y hoy está aquí el Che, en el parto histórico de este tiempo que presagia el alumbramiento de una nueva tierra y del hombre nuevo y junto a Bolívar y en estas tierras de libertadores inician ahora como en agosto de 1809 el camino hacia una definitiva independencia.
El pensamiento, las ideas del Che es Historia y Camino y es ejemplo para los revolucionarios que guiados por sus enseñanzas, nos sumamos en el compromiso de concretar los sueños de construir la patria grande, esbozada en el transcurrir de 200 años por los mejores hijos de la América irredenta.