jueves, 25 de junio de 2015

Equidad y justicia para los sectores de buena fe



El Gobierno de la denominada “revolución ciudadana” ha optado por llamar al “dialogo por la equidad y la justicia” a los “sectores de buena fe”, pero acentuando la judicialización de la protesta social a los “sectores de mala fe”, contra quienes, a través de la prensa oficial muestra su indignación porque rechazan su proyecto político, proyecto que al decir del responsable de la Senplades, trata de “modernizar el Estado manteniendo intacta la estructura capitalista”, aunque se maneje un discurso demagógico antimperialista.
Con evidente preocupación el Presidente Correa reconoce la creciente convulsión social de los sectores ciudadanos y organizados que reaccionan oponiendo resistencia más a la prepotencia y abusos de poder que a los dos proyectos de ley de Herencias y Plusvalía retirados temporalmente “por la visita papal”.
La excesiva intromisión en la Asamblea Legislativa, que con una mayoría sumisa  aprueba todo lo que propone el ejecutivo bajo el pretexto de caminar hacia una profunda transformación normativa para la “redistribución de la riqueza”, ha conllevado, por un lado, a que los grupos de la burguesía criolla de la principales ciudades gane protagonismo; mientras tanto, los sectores de izquierda intentan con relativo éxito capitalizar el descontento popular de la ciudadanía, que dicho sea, reclaman sus derechos a la organización y a la resistencia más allá de no haber sido informados ni consultados en temas de transcendental importancia para el desarrollo nacional y de profunda repercusión sobre sus vidas.
El movimiento alianza país que se dice de izquierda, por tanto más cercano a los sectores populares y progresistas, en lugar de cualificar a estos de conspiradores y con epítetos vulgares, debería buscar consensos para una agenda nacional de gobernabilidad en beneficio no sólo de las “mayorías” sino de todo el pueblo.
Cabe preguntarse, ¿Quién se beneficia si triunfara el “fuera Correa fuera”? La interrupción del proceso democrático,  servirá de pastel para repartirse el poder entre grupos ideológicos diversos y hasta antagónicos que, incluso si erradicaran la prepotencia y el abuso de poder, postergarán los anhelos de libertad y emancipación para lograr una vida digna para los y las ecuatorianas.