“Marchamos en
pequeño grupo unido por un camino escarpado y difícil rodeados por todas partes
de enemigos,… precisamente para luchar contra ellos”. Lenin
Las marchas y las otras marchas
que se suceden aquí y allá, tienen a protagonistas políticos partidistas que dicen
captar el favor y a otros captar el descontento popular, pero ambos tras el control
de Carondelet.
Este
hecho, las marchas, han puesto de manifiesto la pérdida del miedo ciudadano y
la importancia de un nuevo tipo de organización y unidad popular, pero sobre
todo de reconocer la urgencia de elevar el compromiso y conciencia social a
través de la educación política.
Hace
poco insistía en la vigencia de la lucha de clases y sus causas, por tanto en
la necesidad de distinguir los propósitos y exigencias de las clases populares
de los de la burguesía, para así, y sólo así, marchar por las reivindicaciones
y derechos conculcados, caso contrario, favoreceríamos intereses ajenos y quizá
contrarios.
Los
acontecimientos políticos en buena parte de Europa, reafirman la sentencia
marxista, de que las revoluciones sociales
no las hacen los caudillos, que las hacen las masas populares con su amplia y
organizada participación.
He allí la urgencia de que
los trabajadores y los sectores populares se eduquen, que eleven su nivel de
conciencia y de solidaridad social para cambiar las estructuras neoliberales que aún persisten en el Estado
ecuatoriano. La
organización social en torno a los procesos de cambio, -más aún si se pretenden
transformaciones revolucionarios- deben estar marcados por el ejercicio de diversos
momentos de participación crítica de la ciudadanía que le permita la reflexión
y comprensión con objetividad y conciencia de las opciones y puntos de vista de
unos y otros.
El anuncio de retirar el proyecto
de Ley de Herencias y Plusvalía, entendido como un llamamiento al dialogo
consensuador y no pacificador por la visita papal, sería una actitud
politiquera sino no abre los escenarios para le restitución de derechos que han
sido vulnerados.
Mientras el oficialismo, siga cualificando de hermanos gemelos a
la oposición, a unos como refundadores del neoliberalismo
y a otros como de izquierda boba e infantil, no habrá un dialogo político
creador y examinador, que nos comprometa cada vez más en el esfuerzo de transformación y
emancipación nacional, porque la actitud fanática
y sectaria de ciertos dirigentes de país, que no quieren comprender la realidad política actual,
los hace creer propietarios del poder.