viernes, 13 de marzo de 2015

Plan Familia Ecuador: La visión moralista y puritana de la educación sexual que quiere imponer el Opus Dei


Con el propósito de promover la prevención del embarazo prematuro entre adolescentes, el Presidente Correa anunció la creación del “Plan Familia Ecuador” cuyo eje principal es la moral católica. La responsabilidad del plan está a cargo de una inconfesa militante del Opus Dei, que busca “implantar el hábito de la castidad como vía para mejorar a la sociedad". Al parecer se estaría contrariando el derecho constitucional a la educación laica.
El Presidente ha manifestado que hay que dejar atrás “el hedonismo más puro y más vacío: el placer por el placer. Ahora la estrategia se fundamenta en valores”, destacando la abstinencia como método revolucionario para controlar este problema en la niñez y adolescencia.

El problema no es la abstinencia o el placer. Son dos cuestiones: Una ideológica confesional de sometimiento y otra de carácter formativo.

Respecto de la primera, dejemos bien claro que la Constitución establece que la educación pública será universal y laica en todos sus niveles, que será responsabilidad del Estado asegurar que todas las entidades educativas impartan una educación en sexualidad desde el enfoque de derecho y velar por la integridad física, psicológica y sexual de los y las estudiantes. Por otro lado la LOEI “garantiza la educación pública laica,… y mantiene la independencia frente a las religiones, cultos y doctrinas, evitando la imposición de cualquiera de ellos”. Sin embargo, con el “Plan Familia Ecuador”, -inspirado en la Universidad de Navarra-España, cuna del Opus Dei- con el pretexto de la promoción de valores, quiere imponérsenos una educación moralista y puritana de la sexualidad, que además es excluyente, pone en riesgo la salud mental y física de la mujer como consecuencia de embarazos no deseados, que en una gran mayoría no son producto de relaciones “irresponsables” entre jóvenes, sino de actos de violencia sexual cometidos por adultos del entorno familiar y vecinal de las menores.

En relación a lo formativo, hay que partir reconociendo la educación sexual como un fenómeno social que ha sido descuidado por todos. Pues los jóvenes están obteniendo la información sobre sexualidad y reproducción por muchos medios: amigos, redes sociales, televisión, cine, etc. y a veces –aunque no parezca- de los propios padres y algunas con suerte en los centros de salud. La única ausencia en ese proceso es de la educación formal, con su aporte científico serio y oportuno. Es imperioso impulsar una adecuada educación sexual que comience en el hogar con la participación de la familia y que se refuerce científicamente en la escuela incluyendo un tratamiento transversal de contenidos sobre sexualidad, desde luego, en relación y dependiendo de la edad y maduración de los menores, a fin de ofrecerles información seria sobre las relaciones humanas, sobre el cuerpo humano y como parte de ello, sobre la sexualidad.

En fin, hay que generar una mayor comunicación e información que conlleve la reflexión consciente y permita a los adolescentes fortalecer el desarrollo armónico de su personalidad a fin de dejar sus temores y sus deseos inconscientes, que por el contrario puedan valorar con objetividad acerca las consecuencias y riesgos por no asumir sus responsabilidades.