jueves, 26 de marzo de 2015

Mejorar la participación política, tarea ciudadana.


Que las agrupaciones políticas,  llámense partidos o movimientos son la base de la democracia, que estas son las que dan estabilidad y legitimidad a los gobiernos democráticos, son simples expresiones. Desde el punto de vista gremial, se diría que las agrupaciones políticas tienen como finalidad hacerse del poder para servir a quienes dicen representar, quizá a la mayoría de ciudadanos pero no a todos. De ahí la preocupación de si tales agrupaciones podrán cumplir con eficiencia lo que ofrecen defender, aun cuando en su interior no estén organizados y peor funcione con los principios democráticos esgrimidos en sus programas.
En los últimos tiempos, se viene hablando del descrédito de la “partidocracia” por la falta de democracia interna y de renovación de cuadros con un mínimo de liderazgo, de la corrupción e inoperancia a la hora de gobernar.  Estás y otras críticas que más allá de ser ciertas, sumadas a la poca formación política, hacen que buena parte de los ecuatorianos se abstengan no solamente de los procesos electorales sino de ser parte de los partidos y movimientos políticos. Esto también explica la breve existencia de infinidad de agrupaciones locales y nacionales que responden más a intereses personales que de la comunidad.
No hace mucho, todos los partidos y movimientos políticos, a propósito de cumplir con los requisitos del Código de la Democracia, evidenciaron ser “verdaderas agencias recolectoras de firmas, votos y figuras” para su legitimización y representatividad.
Los partidos y movimientos políticos que han dejado de lado la educación, formación y promoción política de sus bases, no pueden hablar de democracia, de libertad de pensamiento, de pluralismo, peor aún invitar a la participación ciudadana si ellos mismos han excluido éstas prácticas, priorizando la “compra o pago de favores”.
Los enunciados filosóficos y contenidos programáticos -a pesar de expresarse- pasan a segundo plano o de hecho se olvidan. Pues se accede al poder, las decisiones políticas que se toman son contrarias a las ofertas de campaña porque son tomadas por los grupos de interés que a la final son quienes controlan al candidato.
Lo cierto es que la existencia de agrupaciones políticas no garantiza la democracia participativa ni la gobernabilidad en función del interés popular. La tarea de mejorar la participación política para cerrar el paso al populismo, al oportunismo y al autoritarismo corresponde a todos.