El gobierno nacional enfatiza que “el
nuevo modelo de gestión y la inversión en la infraestructura” son la base del
éxito de la revolución educativa. Sin embargo, hablar de éxito educativo nos
obliga a hacer referencia a la calidad de la educación, y ésta no es posible si
no incluye un modelo pedagógico que incluya la formación integral de la niñez y
juventud, especialmente para el ejercicio de derechos y responsabilidades.
Si bien el rol de la escuela es
importante en la educación de valores, lo es más el de la familia. Por ello,
mientras profesores, padres y madres de familia seamos capaces de formar niños
autónomos, responsables, solidarios y tolerantes, lograremos posicionarnos como
formadores y a la vez tendremos la seguridad de mirarlos confiados de su
bienestar y porvenir, salvaguardando así el derecho a la participación y a comprometernos
con una educación de calidad para nuestros niños como también para la
emancipación y liberación nacional.
En la actualidad la ciudadanía se queja
de la poca práctica de valores por parte de los niños y jóvenes. Lo cierto es
que en la práctica, la promoción de la educación en valores desde la escuela es
poco clara, regularmente se encuentra en lo que se ha dado por denominar el currículo
oculto, es decir en la mera intención formativa y ésta a su vez supeditada a los
criterios particulares de los docentes. Por lo que, al permanecer oculta, se
corre el riesgo de deformarla y atentar contra la calidad de la educación.
El desarrollo de la niñez como seres
humanos debería ser armónico e integral, es decir, todos los aspectos que lo
componen, lo cognitivo, afectivo, físico y social, puesto que si la educación
sólo se centra en el aspecto cognitivo, descuidaríamos la formación de la personalidad
y mañana careceríamos de bases para exigir un comportamiento ético en las actividades,
políticas, económicas y culturales.
Finalmente, muchas veces no nos
percatamos que somos parte de una maquinaria que funciona mal, porque no
hacemos lo deberían de hacer. Por ello, para exigir la práctica de valores a
los demás y en particular a los niños, es importante que nosotros mismos
estemos apegados a lo que demandamos. Solamente así contribuiremos a la
construcción de una sociedad más equitativa y solidaria.