La frase que
intitula el artículo, es una sentencia del filósofo francés Joseph Maistre, con
ella en los momentos adversos de la revolución francesa, se refería a la
ignorancia de la sociedad en cuanto eran incapaces de emitir un voto consciente
para elegir a sus gobernantes. Hoy los sectores insatisfechos la repiten para
lamentarse de la postergación de sus esperanzas.
El pueblo se
pregunta, fue Lenin Moreno el candidato del pueblo o acaso era la ficha del ex
presidente Correa, para que cuide sus espaldas y no el que más compartía con
las aspiraciones populares. Lenin Moreno no tardó mucho en dar vuelta a la
política que él mismo defendió. Desactivando poco a poco el aparato productivo,
la estructura sanitaria y la educación.
Por el
momento no recuerdo el autor de la frase: “no es que los pueblos tengan los
gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le
parecen”. Cabe respondernos porque los elegimos sin conocerlos previamente;
acaso por su lenguaje florido, por sus paradójicas formas de vida, o quizá por
su grado académico. Lo cierto es que deberíamos pensar más, en si son realmente
estadistas, en su preparación para la administración pública, en su empoderamiento
con las necesidades del pueblo.
Para todos
debe estar claro, que aunque a veces aparecen de la noche a la mañana los
candidatos apolíticos y no los políticos candidatos, estos no salen de la nada,
sino que, los primeros son el resultado de una maraña de intereses protervos de
los grupos de poder; mientras los segundos surgen por lo general de un ambiente
histórico-cultural y social, representan a un partido político con idearios
filosóficos.
La mayoría
de los candidatos que luego del Presidente Roldós llegaron a Carondelet, entre
sus currículos contaron con estudios en universidades “prestigiosas del
exterior”, y coincidencialmente todos fracasaron. La mayoría evidenció su
obediencia a la oligarquía y a las transnacionales, los menos se jactaron de
pertenecer o estar más cercanos a las clases medias y populares, como queriendo
identificarse con esos sectores en el ánimo de rescatar la soberanía nacional,
o quizá solamente aprovecharse de la sensibilidad y romanticismo de nuestros
pueblos.
Tampoco
queremos que nuestros candidatos políticos actúen más parecidos al presidente
ruso Vladimir Putin, quien ni remotamente ha considerado regresar al sistema de
los soviets, sin embargo ha redireccionado la economía para beneficio de las
mayorías. Pero de ninguna manera queremos que se parezcan o menos que sean
serviles del presidente Donald Trump, quien desde las canchas de golf, dispone
lo que debe hacerse dentro y fuera de sus fronteras.
Finalmente, mientras
la mayoría de actores sociales y políticos dedican buena parte de su tiempo, a
comentar de la pandemia y sus riesgos, que desde luego no está mal; el mayor
riesgo, es que estos actores pierdan el interés por combatir la pobreza y la
corrupción. Lo que podría provocar más el rencor social arrastrado desde
octubre pasado y agravado con el confinamiento social.