viernes, 8 de mayo de 2020

“Toda nación tiene el gobierno que se merece”


La frase que intitula el artículo, es una sentencia del filósofo francés Joseph Maistre, con ella en los momentos adversos de la revolución francesa, se refería a la ignorancia de la sociedad en cuanto eran incapaces de emitir un voto consciente para elegir a sus gobernantes. Hoy los sectores insatisfechos la repiten para lamentarse de la postergación de sus esperanzas.
El pueblo se pregunta, fue Lenin Moreno el candidato del pueblo o acaso era la ficha del ex presidente Correa, para que cuide sus espaldas y no el que más compartía con las aspiraciones populares. Lenin Moreno no tardó mucho en dar vuelta a la política que él mismo defendió. Desactivando poco a poco el aparato productivo, la estructura sanitaria y la educación.
Por el momento no recuerdo el autor de la frase: “no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Cabe respondernos porque los elegimos sin conocerlos previamente; acaso por su lenguaje florido, por sus paradójicas formas de vida, o quizá por su grado académico. Lo cierto es que deberíamos pensar más, en si son realmente estadistas, en su preparación para la administración pública, en su empoderamiento con las necesidades del pueblo.
Para todos debe estar claro, que aunque a veces aparecen de la noche a la mañana los candidatos apolíticos y no los políticos candidatos, estos no salen de la nada, sino que, los primeros son el resultado de una maraña de intereses protervos de los grupos de poder; mientras los segundos surgen por lo general de un ambiente histórico-cultural y social, representan a un partido político con idearios filosóficos.
La mayoría de los candidatos que luego del Presidente Roldós llegaron a Carondelet, entre sus currículos contaron con estudios en universidades “prestigiosas del exterior”, y coincidencialmente todos fracasaron. La mayoría evidenció su obediencia a la oligarquía y a las transnacionales, los menos se jactaron de pertenecer o estar más cercanos a las clases medias y populares, como queriendo identificarse con esos sectores en el ánimo de rescatar la soberanía nacional, o quizá solamente aprovecharse de la sensibilidad y romanticismo de nuestros pueblos.
Tampoco queremos que nuestros candidatos políticos actúen más parecidos al presidente ruso Vladimir Putin, quien ni remotamente ha considerado regresar al sistema de los soviets, sin embargo ha redireccionado la economía para beneficio de las mayorías. Pero de ninguna manera queremos que se parezcan o menos que sean serviles del presidente Donald Trump, quien desde las canchas de golf, dispone lo que debe hacerse dentro y fuera de sus fronteras.
Finalmente, mientras la mayoría de actores sociales y políticos dedican buena parte de su tiempo, a comentar de la pandemia y sus riesgos, que desde luego no está mal; el mayor riesgo, es que estos actores pierdan el interés por combatir la pobreza y la corrupción. Lo que podría provocar más el rencor social arrastrado desde octubre pasado y agravado con el confinamiento social.