Las elecciones realizadas el pasado 19 de febrero, en lo que respecta a la Presidencia de la República del Ecuador, según lo ha anunciado el máximo organismo electoral, se definirán el próximo 2 de abril en una segunda vuelta con los aspirantes Lenin Moreno y Guillermo Lasso.
Más allá de los absurdos que se han escuchado de lado y lado, una segunda vuelta para elegir al sucesor del Presidente Correa, es lo más sano para la democracia. A Moreno y a Lasso les corresponde dejar a un costado esa campaña al estilo circense y demagógica, para ofrecerle al pueblo ecuatoriano con mucha claridad sus propuestas. También corresponde a los medios de comunicación, dejar de entretener a la ciudadanía con la transmisión de escándalos políticos absurdos, noticias de crónica roja, programas de farándula grosera y violencia.
Uno y otro candidato están obligados a revelar las fuentes de endeudamiento para financiar el presupuesto nacional; a asegurarnos que se respetará la institucionalidad y autonomía de los organismos de control público y justicia; a garantizarnos el respeto a la libertad de expresión y de asociación; y a la plena vigencia de los derechos humanos.
La poca educación y cultura política de los ecuatorianos nos permite asegurar que el voto no se endosa. Por tanto, concierne a los partidos políticos y a sus líderes hacer públicas las definiciones respecto de apoyar la continuación de un modelo disque revolucionario y duramente cuestionado; o la posibilidad de un cambio de gobierno o reencuentro de la derecha con la administración individualista que impone el neoliberalismo.
Por otro lado, no considero que ahora se siga con denuncias proselitistas sobre el robo a los fondos del estado, ya tuvieron su espacio para ello. Ahora que ambos candidatos afirman que combatirán la corrupción, estas deben presentarlas con los respectivos respaldos y con nombres y apellidos ante las instancias respectivas. Los sentimientos de afectos o desafectos personales, no deben influir en la postura de quienes respaldaron las otras seis candidaturas o de los indecisos que seguramente hoy se multiplican.
En esta segunda vuelta, más allá de la continuación o no de un modelo de gobierno, están en juego las posibilidades de mejoramiento de las condiciones de vida de buena parte del pueblo ecuatoriano, de aquellos que el propio sistema ha marginado hipotecando sus esperanzas y sueños por la injusta distribución de la riqueza que el inhumano capitalismo impone.
Más allá de los absurdos que se han escuchado de lado y lado, una segunda vuelta para elegir al sucesor del Presidente Correa, es lo más sano para la democracia. A Moreno y a Lasso les corresponde dejar a un costado esa campaña al estilo circense y demagógica, para ofrecerle al pueblo ecuatoriano con mucha claridad sus propuestas. También corresponde a los medios de comunicación, dejar de entretener a la ciudadanía con la transmisión de escándalos políticos absurdos, noticias de crónica roja, programas de farándula grosera y violencia.
Uno y otro candidato están obligados a revelar las fuentes de endeudamiento para financiar el presupuesto nacional; a asegurarnos que se respetará la institucionalidad y autonomía de los organismos de control público y justicia; a garantizarnos el respeto a la libertad de expresión y de asociación; y a la plena vigencia de los derechos humanos.
La poca educación y cultura política de los ecuatorianos nos permite asegurar que el voto no se endosa. Por tanto, concierne a los partidos políticos y a sus líderes hacer públicas las definiciones respecto de apoyar la continuación de un modelo disque revolucionario y duramente cuestionado; o la posibilidad de un cambio de gobierno o reencuentro de la derecha con la administración individualista que impone el neoliberalismo.
Por otro lado, no considero que ahora se siga con denuncias proselitistas sobre el robo a los fondos del estado, ya tuvieron su espacio para ello. Ahora que ambos candidatos afirman que combatirán la corrupción, estas deben presentarlas con los respectivos respaldos y con nombres y apellidos ante las instancias respectivas. Los sentimientos de afectos o desafectos personales, no deben influir en la postura de quienes respaldaron las otras seis candidaturas o de los indecisos que seguramente hoy se multiplican.
En esta segunda vuelta, más allá de la continuación o no de un modelo de gobierno, están en juego las posibilidades de mejoramiento de las condiciones de vida de buena parte del pueblo ecuatoriano, de aquellos que el propio sistema ha marginado hipotecando sus esperanzas y sueños por la injusta distribución de la riqueza que el inhumano capitalismo impone.