viernes, 10 de febrero de 2017

Conciencia popular para castigar la demagogia


Demagógicamente los candidatos nos ofrecen el paraíso en forma de leyes y programas poco probables, como la creación de un millón de plazas de trabajo, disminución de impuestos, libre ingreso a la universidad, eliminación de la corrupción, etc., etc.
Falsedad total, con cualquier gobierno, más aun si es de derecha, la situación actual seguirá igual o peor para las mayorías populares. El doctor Hernán Acevedo Cortes refería que “La inmundicia electoral no soluciona nada. Solo la unidad popular y la acción de los trabajadores, lograra imponer sus reivindicaciones”.
Han pasado casi cuarenta años desde la última dictadura y diez de la revolución ciudadana. En este tiempo la mayoría de los partidos nos han demostrado que sus programas y principios solo han servido para que un grupo de mentes lucidas salieran de la pobreza y del país. No olvidemos que buena parte de quienes cogobernaron desde los años ochenta, son parte de este gobierno.
En nuestro país, no existirá desarrollo en tanto predomine la explotación burguesa y el sometimiento de los gobiernos de turno a los intereses de la empresa privada y de las transnacionales. Los sectores populares creyeron que la revolución ciudadana cambiaría su situación, que de la democracia representativa se pasaría a la democracia participativa, se equivocaron, nos equivocamos.
Penoso es, observar en este periodo de campaña, a ciertos dirigentes sindicales y políticos que ayer se decían de izquierda, hoy luego de haber prostituido sus principios, se presentan como los nuevos candidatos, como los nuevos ricos. Ahora nos ofrecen legislar a favor de los menos favorecidos. Estamos llenos de leyes, sin embargo para el pueblo nada cambia. Por el contrario, cada día que pasa la situación económica para los obreros, maestros, trabajadores campesinos, jubilados, para los sin empleo, etc., es cada vez más difícil y el anhelado buen vivir se esfuma.
Nos hablan del cambio de matriz productiva, de un país industrializado, imposible, mientras los hidrocarburos, la minería, y la electricidad la controlen las transnacionales socias de la revolución ciudadana, y a quienes se ha hipotecado la explotación de todos nuestros recursos naturales, no habrá tal cambio.
Lo cierto es que al avecinarse el día de las elecciones, queda en las manos y en la conciencia popular, castigar a quienes no quieren soltar la administración pública y a quienes quieren regresar a ella, porque que de eso viven engatusando y engañando a las mayorías empobrecidas.