Quienes
por reclamar derechos y exigir el cumplimiento de las ofertas de campaña,
amparados en la Constitución han optado por la protesta social y un juicio
político al Presidente Lasso, ahora son calificados de terroristas o
desestabilizadores de la democracia. Cuando en la práctica, el principal
terrorista es el propio gobierno. A los moradores de Carondelet no les importa
si los pueblos tienen o no educación, salud, vivienda, seguridad social, trabajo,
carreteras, etc., pero si le importa al gobierno del desencuentro, es que las
corporaciones nacionales y extranjeras “inviertan”
y exploten a su voluntad nuestros recursos naturales; sin dejar nada para la
obra social de las mayorías populares.
El
presidente Lasso, ofreció combatir la corrupción y solucionar los grandes males
que afectan al país. Hay quienes creen que atendió con éxito la vacunación
contra la pandemia; aunque no es tan cierto porque otros países de la región
con menores recursos lograron mejores resultados. Quizá si sea un éxito que
junto a Lenin Moreno hayan combatido al presidente Rafael Correa; sin embargo,
no ha logrado desmontar la maquinaria del correato aún presente en todo el
aparato gubernamental. Esos funcionarios corruptos enquistados en todos los
ministerios e instituciones públicas son los que afectan los principales
servicios básicos, no tanto para hacer quedar mal a Guillermo Lasso, sino para
hacer creer al pueblo que “con Correa se
estaba mejor”.
Lo
cierto es que, el triunfo de Lasso, representó un triunfo para los EE.UU, la
derecha internacional y la oligarquía criolla, la gran prensa y las derechas
políticas que hoy dicen que “la pelea es
peleando”, pero peleando con los sectores populares que reclaman mejores
condiciones de vida, las que a pesar de los dos años de gobierno, no asoman. Es
por eso que el pueblo clama la salida de Lasso, aunque reconocen que para avanzar
en verdaderos cambios hay que ahondar la lucha y la unidad popular contra las
políticas neoliberales implementadas por el gobierno.
El
Presidente Lasso, confeso neoliberal, en lugar de gobernar para superar la
crisis, sigue señalando como causante de la misma al correato. Más de una vez
con el replique de la prensa oficial resalta las “bondades” de la empresa privada, la “eficiencia” del mercado libre y de la gente que “sabe generar riqueza y dar trabajo”. Sin
embargo, lo único que ha hecho, es consolidar el modelo económico
empresarial-neoliberal, pero con características oligárquicas y privilegiando los
intereses de la burguesía banquera y empresarial.
Sin
duda que el gobierno está golpeado y cada vez más aislado del pueblo, sin
embargo, la posibilidad de juicio político al presidente Guillermo Lasso está
en entredicho, por las triquiñuelas, esbirrismo y oportunismo de los
asambleístas.
Las
fuerzas progresistas, populares y de izquierda, deben estar atentas a los
movimientos de la derecha, de las élites militares y policiales que están listas
para pescar a río revuelto.