A lo largo de la historia las mujeres han
luchado por el respeto y efectivo goce de sus derechos humanos y ciudadanos. Pero
en la era de la “revolución ciudadana” no solo basta revindicar tales derechos,
sino que ante las renovadas formas de explotación, corrupción y prepotencia,
hombres y mujeres tenemos que resistir y combatirlas con el ejercicio pleno de
nuestras obligaciones ciudadanas.
En el Ecuador, los gobiernos de turno
junto a los partidos políticos y a la iglesia han obstruido el avance de las
mujeres en la participación política y en la toma del poder -claro ejemplo es
Rosalía Arteaga-, pese que los caudillos se rodean de mujeres en un afán de
tener asegurada su defensa ante la opinión pública, sin embargo, han postergado
o no han generado las condiciones propicias para que las mujeres ejerzan su
ciudadanía.
No ha servido mucho las tales propuestas
de equidad de género en los procesos electorales, puesto que la mera inclusión
en las listas no garantiza que sean electas. La presencia paritaria de hombres
y mujeres debe darse en todas las instancias administrativas y de poder, pero no
solo por cumplir con la norma, sino meritoriamente. Para ello es necesario
conformar una plataforma de lucha unitaria en base a la permanente
participación política y en comunicación directa con los sectores sociales y
populares. En definitiva, siendo agentes de renovación de liderazgos que
promuevan libertad de agrupación y de pensamiento, la equidad de oportunidades, la dignidad, la paz
social y la soberanía nacional.
En esta lucha cotidiana por la vida, no
habrá un ecuatoriano, que no tenga en su mente los nombres de Manuela Espejo, Manuela
Sáenz, Manuela Cañizares, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Transito
Amaguaña, Rosita Paredes entre tantas
heroínas anónimas y últimamente, el de Mery Zamora, madre, maestra y luchadora popular
con la estirpe revolucionaria de Alfaro, quien sufre una voraz persecución
política de más de cinco años por parte del régimen “revolucionario”.
Este 8 de
Marzo, es entonces una fecha pletórica de reconocimiento y admiración a la
Mujer Trabajadora, a la Mujer Campesina y en especial a la Mujer Maestra, que
firmes en sus principios y convicciones luchan día a día por el derecho a
una justicia real y a la libertad de
vivir con dignidad en la patria nueva.