viernes, 27 de febrero de 2015

Del viejo país al nuevo país y de éste al viejo país



Desde el movimiento oficialista se pregona que la vieja partidocracia se retuerce de nostalgia añorando la larga noche neoliberal con la sola idea de la restauración conservadora. Mientras la oposición aliada en una especie de hibrido político dicen que es hora de refundar la patria para defender la Constitución de Montecristi y enrumbarla para lograr el anhelado buen vivir.
Al decir de Paulo Freire, unos y otros con su “discurso izquierdista buscan ocultar que en la práctica, se viene robusteciendo el neoliberalismo promotor de la riqueza de unos pocos y la miseria de las mayorías”
Nuestro país, el viejo y el nuevo país, sabe mucho de las viejas y actuales recetas neoliberales. Nuestros pueblos han pagado con creces los favores del BM, FMI, BRICS que supuestamente contribuirían a resolver los problemas sociales y al “impulso del progreso y la modernidad  generadora de oportunidades”. Sin embargo,  recetas y favores no han servido más que para demostrar que el capitalismo con sus actitudes miserables y egoístas, no funciona. Por el contrario, evidencian a todo nivel la corrupción política y el manejo fraudulento de los recursos y el erario nacional.
La tarea actual de los sectores populares del viejo y nuevo país, es reflexionar y anteponer resistencia a los subvalores neoliberales adhiriéndose mediante una posición política firme a los valores de solidaridad social, organización y unidad popular para la defensa de los derechos consagrados en la Constitución, a fin de hacer la vida más humana y digna.
Esta adhesión y posición política tiene que marcar las grandes diferencias entre el viejo país y el nuevo país, entre la oposición crítica, constructiva y propositiva que va más allá de la legitima búsqueda de acceder al gobierno, una oposición dialogante y eficiente que apoye los cambios que ayuden a mejorar la situación del pueblo, -lo cual no implica respaldar la revolución ciudadana- y la oposición neoliberal que irresponsablemente pretende derrocar al gobierno a cualquier costo y por cualquier vía para recuperar el gobierno y con ello su poder para su mezquino beneficio.
Queda a la prensa la responsabilidad de denunciar las acciones autoritarias de funcionarios abusivos que a veces los ciudadanos no lo hacen por temor a represalias. De la misma manera denunciar las acciones que promuevan la inestabilidad de la democracia, lo cual sería volver al viejo país.