"Nuestras luchas reivindicativas son el camino para abrir paso a la perspectiva de mejores días"
Ahora mismo no sé si con nostalgia o con coraje, recuerdo un diálogo que mantuve con compañeros docentes previo a una movilización convocada por el Frente Unitario de Trabajadores. Expuse la necesidad de volver a las calles para exigir el cumplimiento de derechos y conquistar nuevos, en particular los derechos de los docentes y la defensa de la educación pública.
Manifesté la necesidad de la unión de todos los trabajadores y el pueblo, para conseguir cambiar el fallido modelo neoliberal causante de la crisis general que agobia al pueblo ecuatoriano. También me mostré partidario de incrementar la participación de los obreros en esta lucha social, para derrotar a quienes hasta ahora se han turnado en el gobierno, demostrando de sobra su incapacidad para administrar el país en beneficio de las mayorías.
En realidad, no me sorprendí de la disonante respuesta que recibí. Uno de ellos sarcásticamente me preguntó: ¿si yo consideraba a los docentes como obreros? Les recordé: que todas las conquistas, han sido logradas con unidad y lucha, que nada nos ha sido regalado; que nos corresponde, a los pueblos y al magisterio progresista, oponer resistencia y exigir a quienes se rifan el gobierno, mayor inversión social, en educación y salud; y en especial para combatir la corrupción de cuello blanco, la criminalidad y el sicariato.
Añadí, que la movilización social es una forma fundamental para denunciar al neoliberalismo que debemos dejar la pasividad para pasar al debate de diversas formas que posibiliten frenar la ofensiva global que contra los sectores populares emprenden los grandes grupos empresariales, la banca chulquera, el multilateralismo, y la división impulsada por el capitalismo con la pretensión de asaltar las organizaciones de la sociedad civil.
Recuerdo ahora este episodio, porque me produce vergüenza la situación de conformismo que está viviendo buena parte del magisterio ecuatoriano, no se conduelen de ellos mismos, los gobiernos conculcan sus derechos y, lejos de movilizarse, exigen que la Unión Nacional de Educadores luche por ellos.
Lo que debería ser motivo para la unidad de acción frente a la desatención del gobierno y el ministerio de educación; se ha convertido en un lamentable ejercicio de excusas del profesorado, para justificar su falta de coraje personal y su escaso compromiso con la defensa de sus propios derechos; otros más descarados, argumentan que “no quieren complicarse la vida” por miedo a ser sancionados. En efecto, los últimos gobiernos, a más de descualificar la profesión docente, han sembrado el temor, hasta les han robado el sentido ético y solidario con la sociedad, así como el compromiso organizativo y de unidad gremial con la clase docente.
A los maestros y maestras unionistas, nadie nos quitará el sueño de seguir trabajando con la mirada puesta en el futuro de nuestros niños y jóvenes y, pensando en la educación liberadora como el principal instrumento de movilidad social y de encuentro con otros sectores populares para la construcción de la Patria Nueva.