viernes, 24 de marzo de 2017

Lucha ideológica o lucha electoral

Al acercarse la fecha para la elección presidencial, los diversos medios de comunicación se enfocan en debates y opiniones sobre las características sociopolíticas de los proyectos de gobierno que auspician a cada candidato, sin embargo este ejercicio resultaría lirico si la ciudadanía no se involucra en el mismo.
Las reflexiones, por tanto, deben hacerse correlacionando la acción inmediata del nuevo gobierno. Cómo. Expresando con claridad y sin temores, ¿qué es lo que queremos cambiar o apoyar? Es decir, señalando los puntos fuertes y débiles de uno y otro candidato, a fin de que la gente vaya reconociendo y asumiendo lo que realmente quieren apuntalar o disputar.
El debate actual es el no debate y el ataque. Los revolucionarios del siglo xxi atacan a Lasso y Páez con el feriado de hace 15 años. Mientras que ellos acometen contra Moreno y Glass con el tema de la corrupción que salpica a éstos y a altos funcionarios del gobierno correísta. Se acusan de querer perpetrar una dictadura con el continuismo, mientras a los otros, con el tema de la restauración conservadora. Sin embargo es curioso que ambos ofrezcan aumentar el bono de la pobreza, crear un millón de empleos, más universidades, construcción de viviendas, combatir la corrupción.
Lo cierto es que vivimos una crisis de valores y económica auspiciada desde el gobierno. Hay que señalar esto sin miedo, sin equivocación, de eso no hay duda. Por tanto, si volvemos a pensar únicamente en las cuestiones electorales, habremos perdido la posibilidad de ganar la lucha ideológica por la vigencia de derechos y libertades, hoy opacados por la prepotencia revolucionaria.
Los sectores populares deben tener bien claro, muy claro, que solo la recuperación de los derechos de expresión y organización puede contra la pobreza. En la guerra contra la corrupción y el despilfarro no hay pacto, nunca puede haberlo. Puede haber pacto en la alianza política, en el reparto de cargos de los viejos y nuevos ricos… En la defensa de la organización y dignidad popular, jamás. La historia nos muestra eso.
Por tanto, en la próxima elección, el compromiso es asumir que tenemos un enemigo poderoso que domina y controla las instituciones públicas y buena parte de los medios de comunicación, que cree tener mente lúcida y corazón ardiente para manipular nuestro voto. Esta es realidad, nos enfrentamos a ella, con la clara definición de que es el enemigo o nosotros. No hay términos medios.