viernes, 17 de marzo de 2017

Apoyar un gobierno responsable e inclusivo


Aunque en realidad no es así, sin embargo las elecciones se perciben con un elemento esencial de la democracia representativa, se las antepone como una condición necesaria para el ejercicio de la soberanía popular y la vigencia de derechos, esto en el ánimo de asegurar la democracia participativa.
Hoy la preocupación por hacer realidad esta intención y la demanda por defender la participación ciudadana, genera el compromiso de quienes de una u otra manera hacemos opinión pública, y no obstante esta intención no siempre sea grata, en esta segunda vuelta tampoco lo será, pues para quienes no fueron partidarios de ninguno de los dos finalistas, las visiones de gobierno que defienden aunque parecen polarizadas no los son, mas bien apuntan a fortalecer el Estado neoliberal.
Tanto en el oficialismo como en la oposición, existe cierto optimismo respecto al fortalecimiento de la democracia, sin embargo, casi con certeza se puede afirmar que en las elecciones del 2 de abril, se reducirá la cantidad de los pesimistas que votaron nulo o blanco porque creen que las cosas seguirán igual.
Para los afines a la candidatura de Lenin Moreno, las expectativas giran en torno a que la gestión genere una mejora de la economía, para así defender las conquistas sociales ganadas en la última década. Mientras los seguidores de Guillermo Lasso, creen que en la población se ha incrementado la incertidumbre sobre el futuro económico del país, lo cual sería producto de la discusión pública en torno a la corrupción y a la dependencia al gobierno chino, por lo que exigen de los ciudadanos votar por un cambio que genere estabilidad, respeto y plena vigencia de las garantías constitucionales.
Sería bueno para la democracia que la campaña electoral en esta segunda vuelta esté influenciada por las preferencias ideológicas de los electores y por los análisis que se hagan de los proyectos de gobierno que uno y otro candidato nos presenten. Lamentablemente no es así. Parece absurdo pero la difamación oficialista contra los partidos políticos, contra “la partidocracia”, ha hecho que los ecuatorianos mas bien se dejen influenciar por el marketing, a partir del cual, la mayoría de los votantes, al no tener una afinidad y peor una filiación política, finalmente decidan por el mal menor.
En suma, en esta elección, la mayoría de los ecuatorianos mostrará su disconformidad con la prepotencia y corrupción, abrigando la esperanza de un gobierno responsable e inclusivo.