El 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, en buena parte del mundo, sigue siendo una fecha y una oportunidad más para el reconocimiento a las luchas que las mujeres han librado y libran en su afán de erradicar la discriminación e injusticias sociales y políticas.
Afortunamente son las propias mujeres quienes exigen en esta fecha menos celebraciones frívolas y menos discursos demagógicos. Ellas exigen más reconocimiento a sus derechos, más solidaridad de la sociedad y de los gobiernos para eliminar las condiciones de explotación, subordinación, injusticia y pobreza que padecen miles de mujeres en el día a día.
Naturalmente las Mujeres se merecen miles de rosas y poesías. Ellas son la conjugación del amor y la pasión, la revelación de la rebeldía, de la unidad y la resistencia. Hoy las encontramos en los más amplios y diversos sectores, batallando con su tenue mirada pero sin renunciar a su lucha apasionada y encendiendo con el fuego de sus besos las alamedas de la utopía emancipadora de la Patria grande y soberana.
Mujeres de allá, como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo; y de acá, como Manuela Sáenz, Manuela Cañizares, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Transito Amaguaña, Rosita Paredes y otras, nos exhortan a valorar sus innumerables jornadas de lucha exigiendo respeto a su dignidad y valoración real de su aporte a la sociedad.
En estos tiempos, la lucha por la autodeterminación integral femenina ha adquirido una perspectiva de clase, transformándose en parte esencial e insoslayable de las relaciones sociales, han roto con todos los paradigmas y tradiciones, hoy el rol de la mujer les ha llevado a asumir funciones que antes eran exclusividad de los hombres. Por eso es preciso, reafirmar el compromiso y la solidaridad de la sociedad para lograr un mundo pleno de igualdad y de justicia, sin distinción de clase social. Hoy la lírica debe transformarse en acciones concretas como el reconociendo de la deuda social, para así orientar las políticas públicas hacia la defensa de los derechos de la mujer; la plena materialización en la participación activa y protagónica en los diferentes escenarios de toma de decisiones, en la vida política, social y económica del país.
En fin…, nuestra admiración y respeto a todas las mujeres que firmes en sus principios y convicciones luchan día a día por el derecho a una justicia real y a la libertad de vivir con dignidad.
Afortunamente son las propias mujeres quienes exigen en esta fecha menos celebraciones frívolas y menos discursos demagógicos. Ellas exigen más reconocimiento a sus derechos, más solidaridad de la sociedad y de los gobiernos para eliminar las condiciones de explotación, subordinación, injusticia y pobreza que padecen miles de mujeres en el día a día.
Naturalmente las Mujeres se merecen miles de rosas y poesías. Ellas son la conjugación del amor y la pasión, la revelación de la rebeldía, de la unidad y la resistencia. Hoy las encontramos en los más amplios y diversos sectores, batallando con su tenue mirada pero sin renunciar a su lucha apasionada y encendiendo con el fuego de sus besos las alamedas de la utopía emancipadora de la Patria grande y soberana.
Mujeres de allá, como Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo; y de acá, como Manuela Sáenz, Manuela Cañizares, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Transito Amaguaña, Rosita Paredes y otras, nos exhortan a valorar sus innumerables jornadas de lucha exigiendo respeto a su dignidad y valoración real de su aporte a la sociedad.
En estos tiempos, la lucha por la autodeterminación integral femenina ha adquirido una perspectiva de clase, transformándose en parte esencial e insoslayable de las relaciones sociales, han roto con todos los paradigmas y tradiciones, hoy el rol de la mujer les ha llevado a asumir funciones que antes eran exclusividad de los hombres. Por eso es preciso, reafirmar el compromiso y la solidaridad de la sociedad para lograr un mundo pleno de igualdad y de justicia, sin distinción de clase social. Hoy la lírica debe transformarse en acciones concretas como el reconociendo de la deuda social, para así orientar las políticas públicas hacia la defensa de los derechos de la mujer; la plena materialización en la participación activa y protagónica en los diferentes escenarios de toma de decisiones, en la vida política, social y económica del país.
En fin…, nuestra admiración y respeto a todas las mujeres que firmes en sus principios y convicciones luchan día a día por el derecho a una justicia real y a la libertad de vivir con dignidad.