viernes, 29 de mayo de 2015

La lucha contra la corrupción que publicitan, solo es un velo que impide luchar contra las injusticias.



El involucramiento en actos de corrupción de una asambleísta, ha puesto en actualidad el tema de la “lucha contra la corrupción”. La expulsión de las filas del movimiento oficial, la posible destitución e incluso la probable reclusión de la asambleísta, no significa luchar contra la corrupción y tampoco significa que se debe dejar en la impunidad a la asambleísta.
La corrupción es solamente uno de los efectos del injusto sistema neoliberal que a pesar del “cambio de época” aún sigue institucionalizado en la esfera pública. Agravado por una administración de justicia que entorpece la vigencia del “Estado constitucional de derechos y justicia, social” por el votamos los ecuatorianos.
Cabe preguntarnos, ¿debemos combatir la corrupción, o debemos atacar a las raíces que la provocan? Obviamente que debemos atacar el injusto sistema económico y de justicia vigente, y no engañarnos con el disfraz de la “lucha contra la corrupción” que ataca solo a las personas como personas corruptas y no a las verdaderas causas que la generan.
Hace falta que tomemos conciencia, que la corrupción intensifica los niveles de pobreza y pervierte la vida social y política de los pueblos, que la corrupción nos impide solucionar los problemas de los servicios básicos.
Hay un amplio sentimiento en la ciudadanía de que en el servicio público y en el de muchas de las empresas del sector privado que comercian con el Estado, se rifan nuestros dineros en beneficio propio. Y sin embargo, buena parte de los funcionarios se ven a sí mismos, como un cuerpo no responsable de rendir cuentas ante la colectividad a la que dicen servir.
Es urgente establecer una vinculación activa y permanente de los organismos de control con la sociedad organizada y ampliar los espacios de participación ciudadana para que los ciudadanos participen en el diseño, ejecución y control de las políticas públicas; previniendo la corrupción y asegurando los mecanismos de rendición de cuentas de los funcionarios y gobernantes.
Caso contrario, la “lucha contra la corrupción” que nos publicitan, será el pretexto para que la oligarquía y el imperio afecten la legitimidad de la lucha popular en contra de la injusticia social.