Buena parte de la opinión pública destaca que este 1 de Mayo, el Día
del Trabajo tendrá una connotación diferente. Quizá histórica por la
trascendencia del llamado a la “unidad” que realizan oficialismo y
organizaciones de trabajadores.
El oficialismo a través de la Central Unitaria de Trabajadores,
creada recientemente “casi por decreto”, anuncia la denominada contramarcha “de
la alegría” y llama a defender su gestión, convocando “obligatoriamente” a los
trabajadores y empleados públicos, especialmente a los contratados, a quienes
ha convertido en una especie divisionistas de los sectores organizados.
Por otro lado, el Frente Unitario de los Trabajadores junto a los
jubilados, campesinos, indígenas, artesanos, maestros, estudiantes, y amplios
sectores populares, marcharán por las calles y avenidas defendiendo sus
derechos laborales y humanos; su dignidad y honra; sus libertades de
organización y expresión; en fin, marcharán frente al caudillismo, la
prepotencia y el autoritarismo.
Lo cierto es que, con visiones diferentes, vivimos un “cambio de
época” en la que cobra vigencia la lucha de clases. Se enarbolarán banderas y
cartelones verdeagüitas con lisonjas al Gobierno de la misma manera que se
enarbolarán las banderas rojas y cartelones exigiendo las justas
reivindicaciones de la clase obrera y el pueblo. Por ejemplo, los jubilados, reclamarán
el pago del aporte estatal del 40% a las pensiones jubilares.
Por otro lado, no hay que perder de vista, a los voceros de la oligarquía
y la reacción que levantarán sus voces altisonantes camuflándose en las
consignas populares en su afán de recuperar sus posiciones y usurpar el poder
para satisfacer sus apetitos personales y de grupo para seguirse rifando la
patria y el erario nacional.
Este
1 de Mayo, no es un “día de alegría”. Es un día de rememoración de episodios
dolorosos. Es un día de hondo significado histórico, en el que repudiamos al
neoliberalismo y a la oligarquía por el asesinato de los Mártires de Chicago en
1886, por la masacre de los obreros el 15 de Noviembre de 1922, por la masacre
de los trabajadores del Ingenio Aztra en octubre de 1977. En los tres casos, al
igual que hoy, los trabajadores lucharon reivindicando el derecho al trabajo, a
la vida y por conquistar la auténtica libertad.