A
buena parte de los y las electas en las pasadas elecciones, he oído decir que
se han sacado la camiseta de sus “auspiciantes” para ponerse la de la
parroquia, cantón o provincia. Me pregunto: ¿para que se la pusieron? ¡Acaso
sólo para ser electos o electas! Dicen que “al pueblo no le interesa ideologías
sino solución a sus problemas”. ¡Hipocresía, oportunismo o desconocimiento del
quehacer político!
Que
a nadie le quepa la menor duda, que todos los problemas sociales tienen tinte
político tanto en las causas como en las soluciones. Uno de esos problemas
políticos y desde luego sociales, son las ventas ambulantes.
Sin
éxito real la administración municipal incluida la actual, ha intentado
reorganizar las ventas ambulantes, cuya presencia caótica se evidencia no
solamente por las cercanías de parques y centros comerciales; sino además, por
la mayoría de las calles urbanas y suburbanas de la ciudad, como una afrenta del
subdesarrollo, de la pobreza, pero sobre todo, de la incapacidad e
incompetencia de las políticas públicas del Estado neoliberal.
Ya
hay quienes, ahí sí, con tinte politiquero y a la ligera, acusan a las medidas
tomadas por el Alcalde Castillo como de desproporcionadas y omnipotentes. Desde
luego, la creación “futura” de mercados o la ampliación de los horarios de
atención, mucho menos los desalojos violentos, no son la solución al desempleo
y a la pobreza.
La
anarquía en las calles no la generan sólo los vendedores ambulantes, la
propiciamos también los compradores y consumidores ambulantes.
El
caos lo genera la propia municipalidad al autorizar el recorrido de vehículos
repartidores de productos y el funcionamiento de kioscos, ferias libres y
espectáculos “artísticos” durante las “horas laborables” en pleno centro de la
ciudad.
Urge
por tanto, que los políticos recién electos, con su identidad política y no por
componendas ni conveniencias personales, consensuen políticamente las
ordenanzas que contribuyan al reordenamiento de la ciudad.