viernes, 19 de diciembre de 2025

Navidad en medio de las desigualdades

   En el Ecuador de hoy, vivir se ha convertido en un acto de valentía. La inseguridad atraviesa la vida cotidiana como una sombra permanente, barrios dominados por el miedo, jóvenes empujados a elegir entre la migración forzada o la violencia. A esto se suma la falta de empleo digno, salarios que no alcanzan y un futuro cada vez más estrecho para millones de familias que a diario enfrentan la desesperanza.

Para muchas de ellas, incluso la Navidad se ha transformado en una utopía. Mientras algunos hablan de celebraciones y mesas llenas, otros apenas logran poner comida en el plato. La pobreza no solo quita lo material, también arrebata la posibilidad de compartir, de descansar, de soñar. En un país con abundantes recursos, la desigualdad convierte una fecha de unión en un recordatorio doloroso de las brechas sociales.

Frente a esta realidad, el gobierno camina de espaldas al pueblo. La consulta popular del 16 de noviembre dejó un mensaje claro: la ciudadanía dijo no a un proyecto que precariza más la vida, reduce derechos y pretende vender la sobrevivencia como progreso. Sin embargo, el terco inquilino de Carondelet insiste en imponer el mismo libreto, como si la derrota en las urnas no fuera una señal contundente.

Pero el pueblo no está hecho para resignarse. Cuando se nos pide conformarnos con el “mal menor”, crece la convicción de que no basta con sobrevivir. Vivir implica organizarnos, encontrarnos, hablar y escucharnos. Implica comprender que la diversidad nos fortalece. Cuando permitimos que las diferencias se usen para dividirnos, terminamos sirviendo a intereses ajenos y no a los nuestros.

Cuando la voluntad, la unidad y la solidaridad colectiva se pone en movimiento, renace la esperanza como herramienta para enfrentar un sistema capaz de producir hambre en un país rico en recursos. Hoy más que nunca necesitamos construir poder desde las bases, reconocer nuestra propia fuerza y luchar por educación, salud, salarios justos, empleo digno, seguridad sin militarización ciega, soberanía y democracia real.

Luchamos para que nuestros hijos no tengan que irse del país ni crecer entre balas, y también para que ninguna familia sienta que la dignidad o la Navidad son lujos inalcanzables. El Ecuador tiene memoria y una historia de luchas populares. Honrarla es protagonizar el presente, porque la felicidad no puede ser individual ni excluyente, es una causa para abrazarla todos.

Saludo Navideño al Magisterio por la Unidad y la Dignidad

    En estas festividades de Navidad y Año Nuevo, aprovecho la ocasión para enviar un saludo solidario y fraterno a las y los docentes activos y jubilados, así como a todo el pueblo que resiste con dignidad y esperanza.

Vivimos tiempos en los que cada día se nos empuja a sobrevivir con miedo y a aceptar el mal menor como destino. Pero sabemos que, en este llamado “Nuevo Ecuador”, sobrevivir solo tiene sentido si es luchando, organizándonos y defendiendo nuestros derechos colectivos.

Hoy es tiempo de alzar la voz y afirmar nuestra solidaridad, porque muchas voces juntas valen más que el silencio impuesto o el conformismo. Hoy es clave la unidad para no caer en la división que beneficia a quienes mandan y oprimen.

Que estos tiempos de reflexión reverdezcan la esperanza colectiva y el compromiso popular; que el 2026 nos encuentre más unidos, organizados y firmes frente a la arrogancia oligárquica y las políticas excluyentes.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Cuando los Derechos Humanos tienen dueño, el silencio también es violencia

  Cada 10 de diciembre se “celebra” el Día de los Derechos Humanos, pero en Ecuador esa fecha suena a discurso vacío más que a una auténtica conquista colectiva. ¿De qué derechos hablamos cuando conseguir una cita médica es una odisea, cuando en los hospitales falta hasta una gasa y cuando las escuelas públicas sobreviven con presupuestos recortados? ¿Qué igualdad podemos invocar en un país donde la mayoría vive de la informalidad, donde una casa digna es una utopía y donde salir a la calle es una apuesta diaria contra la violencia?

La realidad muestra que los derechos humanos funcionan mejor para proteger intereses empresariales o políticos, ahí sí aparecen comunicados urgentes, defensores influyentes y toda la institucionalidad. Pero cuando se trata del trabajador informal, de la madre que peregrina por atención médica, de los jóvenes sin futuro, de las comunidades indígenas abandonadas o criminalizadas, el Estado calla.

Esa indiferencia no es nueva. Desde las luchas por la independencia, pasando por la Revolución Liberal de Alfaro, que abrió las puertas al laicismo, la educación pública y algunas libertades que hoy tenemos, han sido fruto de la organización popular. Luego vino el movimiento obrero, los gremios, las huelgas que reclamaron justicia social. Más tarde, el levantamiento indígena empujó al país hacia el reconocimiento como Estado plurinacional y los derechos de la naturaleza en la Constitución de 2008, una conquista nacida desde abajo.

Sin embargo, mientras los derechos avanzan en el papel, retroceden en la vida real. El gobierno actual criminaliza la protesta, justifica el uso abusivo de la fuerza y revive debates superados por la historia. El paro indígena lo evidenció con detenciones arbitrarias, represión indiscriminada, asesinatos y discursos que deshumanizaron a todo un movimiento. Y esa violencia institucional no es aislada: el caso de los Cuatro de las Malvinas, menores ejecutados extrajudicialmente por una patrulla militar en Guayaquil en 2024, sigue recordando que la impunidad también oficializa la negación de derechos.

Mientras el país lidia con sus heridas, el mundo también normaliza violaciones brutales. Basta ver Palestina para entender que la ONU condena, pero no detiene masacres. Tampoco sorprende que el gobierno calle ante la amenaza de invasión al pueblo venezolano. Por eso, es urgente que el Ecuador recupere una voz digna. porque el silencio a más de cómplice, es otra forma de violencia.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Una proforma fiscal que no responde a las necesidades reales del pueblo sino a las recetas del FMI

Como docente he vivido de cerca las tensiones presupuestarias de los últimos años, miro con profunda preocupación la aprobación del Presupuesto General del Estado 2026 y, especialmente, la pésima ejecución del presupuesto 2025. Lo que debería ser una hoja de ruta para fortalecer la educación pública, se ha vuelto un espejo que revela una gestión que se aleja de las necesidades del pueblo.

En 2025 se asignaron más de siete mil millones para educación, pero el Gobierno ejecutó apenas un 52 %, cifra que evidencia negligencia y falta de planificación. Ese subejercicio deja aulas sin mantenimiento, textos sin imprimir y docentes sin reconocimiento salarial. Mientras tanto, para el pago de la deuda externa sí se ejecutó más del 76 %, dejando claro que la sumisión al FMI es prioritaria, aun a costa de sacrificar el futuro de millones de estudiantes.

Que en el 2026 el presupuesto educativo se disminuya ya no sorprende, pues cada año sucede lo mismo. Pero si preocupa que ahora la proforma no contemple los recursos para cumplir la Transitoria Trigésima Tercera, afectando por tercer año consecutivo a más de catorce mil docentes y tampoco garantiza la tan esperada equiparación salarial para miles de maestros que aún esperan justicia.

La ausencia de fondos específicos para la adquisición y actualización de textos escolares anticipa retrasos que, no solo afectarán el normal desarrollo del año lectivo, sino que también limita la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje en todos los niveles. En materia de infraestructura educativa, la escasa y deficiente planificación revelan que se proyecta intervenir apenas el 10% de las instituciones que se encuentran en mal estado, cifra que no responde a la magnitud del problema que enfrentan miles de estudiantes y docentes.

A ello se suma la reducción de ciento veintiocho millones de dólares destinada a diecinueve universidades públicas, recorte que implica menos investigación, contratación de docentes y menos oportunidades de acceso para los jóvenes. Solo en 2025, más de cien mil estudiantes quedaron al borde del pantano social debido a que estas limitaciones les impidió el ingreso a la universidad. En la UNL, el recorte bordea los seis millones de dólares; no obstante, duele aún más la actitud de los tres estamentos universitarios, que pese al profundo impacto que esta situación genera en toda su comunidad académica, guardan silencio.

viernes, 28 de noviembre de 2025

"La Importancia de Hablar Mierda"

En la obra “La importancia de hablar mierda: o Los hilos invisibles del tejido social”, el profesor Nicolás Buenaventura rescata el valor de la conversación cotidiana: ese “hablar bobadas” que educa y libera, el de esas palabras que muchos desprecian por considerarlas inútiles. Sin embargo, cuando se leen desde la perspectiva de la educación liberadora propuesta por Freire y Martí, estas conversaciones informales adquieren un sentido aún más profundo, se revelan como espacios de aprendizaje auténtico, de creación colectiva y de libertad expresiva.

 

Para Freire, la palabra es un acto de transformación del mundo; no existe diálogo verdadero sin escucha, sin reconocimiento del otro, sin construcción conjunta de sentido. En esa línea, Buenaventura muestra cómo las habladurías, los cuentos improvisados y los relatos exagerados no son ese simple “hablar bobadas o ruido social”, sino que son oportunidades para que las personas nombren su realidad, la interpreten y la reinventen como una práctica de diálogo horizontal lejos de la rigidez de los discursos oficiales.

Como defensor de una pedagogía basada en las vivencias, descubrí en las conversaciones informales un terreno fértil para el aprendizaje natural. En los chistes, los chismes, las historias repetidas y las exageraciones se activan imaginación, memoria y expresión. Lo que la escuela tradicional reprime como distracción, es en realidad, creación cotidiana. Buenaventura reivindica ese flujo vivo de la palabra donde la comunidad juega, se reconoce y se educa mutuamente, sin maestros autoritarios ni exámenes punitivos, haciendo del intercambio espontáneo una verdadera experiencia formativa.

Martí, por su parte, insistía en que la educación debía partir del alma del pueblo, de sus modos de hablar, de sus afectos y de su cultura habitual. En este sentido, las conversaciones aparentemente banales de las que habla Buenaventura, son depósitos de identidad donde se conserva y se renueva la sensibilidad popular. Hablar, aunque sea “hablar bobadas”, es también un acto de amor y de pertenencia; un modo de sostener la dignidad que nace del reconocimiento mutuo.

En un mundo dominado por la manipulación de la comunicación, Buenaventura nos recuerda que la palabra compartida es un espacio de libertad. Conversar sin propósito inmediato, escucharnos sin prisa y contarnos historias sin garantía de verdad es una manera de resistir la mecanización del vínculo humano. Así, “hablar bobadas” se convierte en un acto pedagógico y liberador, un tejido vivo donde se aprende a ser, a convivir y a imaginar juntos un mundo más humano.

 

viernes, 21 de noviembre de 2025

El NO, fue un rechazo al autoritarismo y una afirmación de dignidad

El contundente triunfo del NO en el referéndum del 16 de noviembre de 2025 marcó un punto de inflexión en la política ecuatoriana. No fue simplemente una derrota electoral para Daniel Noboa: fue un mensaje claro de una ciudadanía que se niega a aceptar la deriva autoritaria, neoliberal y militarista que el Gobierno pretendió consolidar bajo el pretexto de la crisis. Las preguntas de la consulta, especialmente la autorización de bases militares extranjeras y la convocatoria a una Asamblea Constituyente, fueron interpretadas por la población como intentos de reconfigurar el Estado al servicio de los grandes grupos económicos.

El país dijo NO a la entrega de soberanía, NO a la manipulación constitucional y NO a un proyecto que profundiza la desigualdad en nombre de la estabilidad. Basado en combatir la inseguridad nos militarizó el quehacer cotidiano. Ante ello, la ciudadanía con una intuición política admirable, vio con claridad que permitir la presencia militar extranjera no resolvería la violencia estructural, y que una Constituyente impulsada por la derecha podía convertirse en un vehículo para desmontar la actual Constitución y debilitar derechos colectivos y laborales conquistados con años de lucha.

La victoria del NO, fue posible gracias a la articulación de las fuerzas progresistas, de movimientos sociales, indígenas, campesinos, sindicales, ambientales y ciudadanos que lograron disputar sentido común, desmontar el discurso del miedo y evidenciar el trasfondo privatizador y oligárquico del proyecto gubernamental. Fue también un rechazo frontal a la criminalización de la protesta, al uso político de las fuerzas armadas y al autoritarismo que reduce la democracia a un trámite burocrático.

Esta victoria popular tampoco puede convertirse en triunfalismo. Si algo ha quedado claro es que las élites económicas, con respaldo internacional, no renunciarán fácilmente a su agenda de ajuste, concentración de poder y mercantilización de la vida. El desafío de los sectores progresistas es sostener la unidad popular, construir un proyecto económico centrado en el trabajo, la soberanía alimentaria y el fortalecimiento de servicios públicos, y evitar caer en los mismos vicios que se critican al gobierno.

El país exige rectificación: fin de la persecución, instituciones independientes, diálogo real y políticas económicas que partan de la gente y no del capital financiero. El NO, no fue solo un rechazo: fue una afirmación de dignidad. Ahora toca convertir esa dignidad en horizonte político.

sábado, 15 de noviembre de 2025

Del 15 de noviembre de 1922 a la consulta de Noboa: un siglo de represión al trabajador

     La historia del movimiento obrero ecuatoriano está escrita con sangre, sudor y dignidad. El 15 de noviembre de 1922, centenares de trabajadores fueron masacrados en Guayaquil mientras exigían derechos elementales: jornada de ocho horas, salarios justos y respeto a la ley laboral. La oligarquía y el Estado, bajo el gobierno de José Luis Tamayo, respondieron con balas a la organización obrera. Aquella matanza no fue un hecho aislado: fue el inicio de una larga tradición de persecución contra quienes se atreven a desafiar el poder del capital.

Cien años después, el panorama se repite, disfrazado de “modernización” y “flexibilidad laboral”. El discurso oficial pretende hacernos creer que precarizar el empleo y facilitar los despidos es “crear oportunidades”. Pero tras esa retórica se esconde la misma lógica de siempre: subordinar al trabajador a los intereses empresariales. Hoy se criminaliza la protesta sindical, se persigue a dirigentes, se disuelven organizaciones y se desmantelan los pocos espacios de negociación colectiva que quedan.

El gobierno de Daniel Noboa, mediante una consulta popular nefasta, busca consagrar por vía democrática el despojo de derechos conquistados hace un siglo. Se ofrece una falsa elección mientras se consolida un modelo laboral que legaliza la inestabilidad, debilita la seguridad social y vuelve el empleo un privilegio precario. La llamada “reforma por el empleo” es la legalización de la explotación. A ello se suma la reforma a la LOSEP, que criminaliza la paralización laboral y permite disolver sindicatos públicos, imponiendo silencio y anulando la organización de la clase trabajadora.

El sindicalismo ecuatoriano atraviesa una crisis profunda, cooptado y fragmentado. Pero el momento exige recuperar su sentido combativo, su capacidad de lucha y su memoria histórica. Los mártires del 15 de noviembre no cayeron por reformas cosméticas, sino por un ideal de justicia y dignidad que hoy sigue pendiente.

Recordar el Guayaquil de 1922 no es nostalgia, es advertencia. Cada vez que el capital impone su dominio absoluto, los derechos retroceden y la injusticia avanza. Frente a la farsa del poder, el único camino sigue siendo la organización y la lucha. Porque los derechos no se mendigan ni se votan: se conquistan en las calles.

viernes, 14 de noviembre de 2025

De la obediencia a la conciencia en la novela de Luchy Núñez

Hace casi veinticinco años leí la novela “No es tan fácil saltarse un examen” de Luchy Núñez. La misma, que puede resumirse como un proceso de concienciación, un camino por el cual la protagonista, María, transita desde una posición ingenua de la realidad hacia una comprensión crítica de su existencia. Pero como sostenía Paulo Freire, “las personas se educan entre sí, mediatizadas por el mundo”. En este sentido, María no es una receptora pasiva del conocimiento ni una simple transgresora de normas escolares, sino una joven que se apropia de la palabra escrita para transformar su comprensión del mundo y de sí misma.

 

La novela plantea una crítica al sistema educativo tradicional, centrado en la evaluación rígida y la memorización, al presentar una alternativa: la escritura autobiográfica como medio de aprendizaje significativo. María no busca una simple escapatoria al examen; en cambio, encuentra en la narrativa una pedagogía liberadora que le permite problematizar su vida, cuestionar sus circunstancias familiares y reconfigurar su identidad. Así, la escritura se convierte en práctica, en acción reflexiva transformadora. Su experiencia con la escritura confirma que el conocimiento no está solo en los libros de texto, sino también en la historia personal y en la palabra dialogada y escrita.

El entorno de María, con su madre trabajadora, un hermano con problemas de alcoholismo, otro con el que apenas se comunica, no es presentado como un simple trasfondo, sino como el campo real de su lucha. Al igual que los oprimidos de los que habla Freire, María enfrenta estructuras invisibles que limitan su desarrollo, pero, al narrarlas, las desvela, las nombra y, por tanto, comienza a transformarlas. A través del personaje de Marco, comprometido socialmente, la novela introduce además el concepto de solidaridad activa, otro pilar de la pedagogía liberadora.

El accidente de Roger, actúa como una situación límite que, en lugar de paralizar a María, la impulsa a una mayor reafirmación y reflexión de su capacidad crítica. En su acto de escribir, María no solo se redescubre, sino que también interpela a los lectores jóvenes a asumir una postura activa frente a sus vidas. Ojalá puedan leer la novela, “No es tan fácil saltarse un examen”, que es una invitación a la libertad, entendida como el proceso continuo de sensibilización y liberación del ser humano.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Estrategias neoliberales para recolonizar la nación

El Ecuador en dos años cambió de la noche a la mañana, de la expectativa a la desilusión. Hoy, nos convocan a una consulta y referéndum, para disfrazar la Constitución de “modernización”, la tarea urgente es: defender la nación.

En 2008, la mayoría de los ecuatorianos aprobó una Constitución que amplió derechos, reconoció la diversidad cultural. Fue el intento más serio de que los recursos del Estado vayan a educación, salud y empleo. Pero las élites, que nunca toleraron un país igualitario, la tildaron de “garantista de delincuentes”. Hoy, esa narrativa ha regresado con fuerza, culpar a la Constitución de todos los males, justificar su demolición bajo el pretexto de “seguridad”.

Lenin Moreno, Guillermo Lasso y ahora Noboa han acelerado la regresión del republicanismo. El actual gobierno propone, mediante un referéndum y una consulta impopulares, reinstalar la lógica oligárquica del siglo XIX, un país dominado por el dinero, con la política y pseudo democracia reservada para unos pocos.

Las preguntas del referéndum, esconden un programa de exclusión. Se plantea, la intervención de fuerzas militares extranjeras en la seguridad interna, volviendo a ser patio trasero especialmente de USA. Otra pregunta busca reducir el financiamiento público a los partidos, dejando fuera de la palestra política a las organizaciones sociales y populares; así solo participaran quienes puedan pagar campañas millonarias. También se propone hacer del poder legislativo una especie de club oligárquico al disminuir el número de asambleístas.

Para rematar, quieren reformar la Constitución, para desmantelar su estructura de derechos y al mismo tiempo rifarse la patria entre empresaurios, banqueros y burócratas escribiendo una nueva carta magna con las recetas del Departamento de Estado Norteamericano.

La derecha populista, aliada con intereses transnacionales, utiliza de manera descarada y violenta la manipulación y desinformación para vendernos la idea del “nuevo Ecuador”; pero en realidad busca consolidar su hegemonía para que los sectores populares defiendan las reglas que los oprimen. Así se normaliza el miedo, se criminaliza la pobreza y se convierte la democracia en negocio.

A Noboa le bastaron dos años para mostrar su versión entreguista y autoritaria. Quiere una nueva Constitución para privatizar la educación, salud, soberanía, justicia y dignidad. Por eso, el 16 de noviembre, frente al intento de recolonizarnos, queda un solo camino: decir NO a su mamotreto de preguntas.

viernes, 31 de octubre de 2025

“Crónica el Diario de Loja”: 46 años de compromiso con el “último rincón del mundo”

Desde aquel 1 de noviembre de 1979, cuando “Crónica de la Tarde” vio la luz en una Loja que despertaba a la democracia, hasta convertirse en “Crónica el Diario de Loja”, han pasado 46 años siendo voz, espejo y conciencia del sur ecuatoriano. Sus páginas han plasmado las esperanzas de una región históricamente marginada, los reclamos de la ciudadanía y las legítimas aspiraciones de justicia y desarrollo.

 

Crónica ha sostenido una vocación de servicio público que trasciende la rutina informativa. Su permanencia no ha sido fruto del azar, sino del compromiso de sus fundadores, los intelectuales lojanos: Antonio Jaramillo, Alfredo Jaramillo e Ismael Betancourt y de sus trabajadores que, con la clara misión de informar con honestidad y defender la libertad de expresión, como un acto de valentía y responsabilidad.

El periodismo que Crónica representa enfrenta grandes desafíos, la velocidad del entorno digital, la fragmentación de las audiencias y la presión, muchas veces invisible, de intereses políticos y económicos. En ese escenario, ejercer un periodismo crítico, independiente y ético es más difícil, pero también más urgente. Crónica ha sabido sostener una voz propia y defender el derecho ciudadano a una información veraz, plural y cercana.

A lo largo de su historia, Crónica ha sabido adaptarse sin renunciar a su esencia. Ha incorporado las herramientas tecnológicas sin perder el pulso humano de sus reporteros y la cercanía con la comunidad. Esa capacidad de reinventarse sin claudicar define su relevancia. Crónica, no es solo una empresa comunicacional, sino un espacio de pensamiento, un lugar donde se construye ciudadanía y se forja identidad colectiva.

Hoy, al celebrar estos 46 años, corresponde reconocer que el mayor homenaje que puede rendirse a Crónica no está en las felicitaciones, sino en la reafirmación de sus principios. Que siga siendo el faro que ilumine con crítica y esperanza al “último rincón del mundo” y la región sur de la patria, que resista las modas de la superficialidad y que mantenga viva la convicción de que el periodismo, cuando es libre y comprometido, contribuye al progreso socio económico y cultural.

Expreso mi felicitación a los directivos y trabajadores de Crónica, cuya entrega y profesionalismo han tejido una trayectoria ejemplar. Su labor incansable honra al periodismo lojano y enaltece la voz luminosa del país entero.

 

viernes, 24 de octubre de 2025

Promesas rotas y un país en crisis

“Prometieron democracia y bienestar, pero dejaron abandono, deudas e inseguridad; es hora de despertar y recuperar la dignidad” Dosere

A dos años de su mandato, Daniel Noboa ha demostrado que su proyecto político no es más que una estafa al pueblo ecuatoriano. Prometió reconstruir el país con democracia, trabajo y dignidad, pero lo que vivimos es una profunda crisis: hospitales colapsados, jóvenes sin acceso a la universidad, desempleo galopante, violencia desbordada y un Estado quebrado que no responde ni a los más básicos derechos. Lo que ha hecho Noboa es gobernar para los suyos: su familia, sus empresas y los grandes grupos económicos.

En salud, el abandono es criminal. No hay medicinas, insumos ni especialistas. Familias enteras deben pagar de su bolsillo hasta una jeringa, los análisis más básicos e incluso la alimentación de los enfermos. La educación también ha sido golpeada con saña: más de 250 mil jóvenes quedaron fuera del sistema universitario en 2025, su futuro ha sido coartado por un gobierno que solo sabe recortar y excluir. El empleo digno es una ilusión: 7 de cada 10 ecuatorianos no ganan lo suficiente ni para cubrir una canasta básica que ya supera los 900 dólares mensuales.

Mientras el pueblo se hunde, Noboa prepara su golpe maestro: una nueva Constitución hecha a la medida de los intereses económicos de su círculo cercano. El objetivo es concentrar el poder, privatizar los sectores estratégicos del país, eliminar los derechos laborales y ambientales, y garantizar privilegios para los grandes capitales. Todo bajo el disfraz de "modernización" y “responsabilidad fiscal”, cuando en realidad se trata de un saqueo legalizado.

Basta ver la agenda que impulsa: tarifas más altas para el gas y la electricidad, eliminación de subsidios, destrucción de la jubilación patronal, contratos por horas, reducción de salarios, y apertura total al capital extranjero. Su modelo económico no busca desarrollo, busca negocios privados con lo que es de todos. Y cuando dice con cinismo: “cuando ganemos la consulta no nos agarra nadie”, lo que quiere decir es que piensa aplastar cualquier resistencia y consolidar un régimen autoritario y neoliberal.

En noviembre, el pueblo ecuatoriano lo dirá fuerte y claro en las urnas: NO al saqueo disfrazado de modernización, no al autoritarismo, no al gobierno de los negocios familiares. Es momento de construir una alternativa popular que garantice seguridad, que defienda la salud pública, la educación gratuita, el trabajo digno y la soberanía nacional.