martes, 16 de septiembre de 2014

Escuela y comunidad.


Parece que hemos olvidado los tiempos en los que la comunidad era parte de la escuela, me refiero de manera particular, a la escuela rural. En ellas la participación de la comunidad constituía un elemento fundamental en el desempeño de su trabajo, en los objetivos y logros que se podían obtener en beneficio de la niñez. Por eso es fundamental tener presente, que la participación social recíproca entre escuela y comunidad, a más de garantizar el buen desempeño de la escuela, ofrecerá las mejores condiciones para el desarrollo del trabajo comunitario.
La principal ventaja de la escuela, de cualquier escuela rural, es la fraternidad y solidaridad de los padres de familia, todos o casi todos pertenecen a los entornos de la comunidad, pocas veces se incorporan otros miembros, quizá el médico, los servidores, públicos y el propio profesor o profesora rural. El nivel socioeconómico y cultural de los padres de familia puede catalogarse como medio bajo y bajo, este es un factor de unidad para que todos los miembros de la comunidad se organicen con la finalidad de gestionar diversos servicios ante las instituciones gubernamentales, gestiones que conlleven a solucionar la problemática local, el adelanto de la escuela y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. 
Con toda certeza podría asegurarse que hasta antes de los años dos mil, el profesor o profesora junto a delegaciones de padres de familia y de la comunidad, eran quienes se encargaban de tales gestiones. Sin embargo, bajo el pretexto de la rectoría del sistema educativo por parte del Ministerio de Educación, se quitó a los municipios la competencia de apoyar a las escuelas, que tradicionalmente habían contado con el apoyo de las autoridades del municipio para poder sufragar necesidades pequeñas y básicas de la escuela, ya que de los gobiernos de turno, del poder central las contrapartidas tardaban o no llegaban jamás. Al parecer desde la perspectiva de los pobladores y de los propios profesores rurales, la cuestión política de la administración nacional y seccional de turno, es determinante en la relación con la escuela, por tanto, de esa relación depende también el otorgamiento de recursos. En la actualidad los profesores y directivos de las escuelas rurales y principalmente de las escuelas citadinas acuden a los padres de familia, para exprimirle sus bolsillos y extraerle recursos económicos bajo la disculpa de mejorar las condiciones de infraestructura y didáctica ticas para la enseñanza de sus hijos. Sin embargo nunca por temor o por comodidad, exigen como se debe a los gobernantes de turno y al propio Ministerio de Educación, que se jacta de manera proselitista de apoyar la educación. Eso sí son oportunos para prestarse a acudir con los estudiantes a ser parte del montón que escuchan los discursos neo revolucionarios del Presidente Correa y sus consecuentes. 
Finalmente, es hora que desde la legislatura, a sabiendas del valor de la participación social, se trabaje para el fortalecimiento de las relaciones mutuas entre la escuela, comunidad y organismos locales, de manera principal en el sector rural, la Ley debe conceder facilidades para que la escuela realice actividades en la comunidad a cambio de obtener recursos económicos, tales como obras civiles, programaciones artístico culturales y deportivas.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Políticas públicas o acciones inmediatistas



Muy a pesar de que el actual gobierno va ya por su octavo año, en el Ecuador hemos podido constatar que la práctica de la política es asunto pendular de corto plazo. Los partidos políticos o movimientos, valga decir los grupos que han accedido al poder, han volcado sus acciones a resolver lo inmediato como una exigencia basada en el clientelismo y no como las políticas que ellos mismos se plantearon en los planes de gobierno ofertados en campaña.
Luego de la última dictadura militar, las políticas públicas de los gobiernos de turno, no han sido suficientes para solucionar los graves problemas sociales como el desempleo, educación, salud, migración, violencia, narcotráfico, etc.; por el contrario, han fortalecido el sistema de dependencia que favorece a los “herederos del poder”, mientras la mayoría ve postergadas sus esperanzas de alcanzar el anhelado buen vivir, esperanzas que son ocultadas por una revolución discursiva.
Nuestros líderes y lideresas políticas deben tener claro que para buscar las alternativas de solución a los problemas sociales, es necesario evaluar la naturaleza y las características particulares de la situación concreta, y luego si establecer, las políticas públicas que se cree solucionarán o que podrían ayudar a mitigar los problemas. Pero sobre todo, deben mantener una comunicación clara, sencilla, permanente y motivar la participación ciudadana en el proceso de construcción de las políticas públicas.
La participación ciudadana debe recuperar la parte pública de la política y permitir que nuestra democracia no sea solo en las urnas, sino una democracia participativa pero ante todo propositiva que contribuya a mejorar el desempeño de los representantes políticos para que optimicen las soluciones a los problemas sociales que en definitiva son problemas públicos.
El establecimiento de las políticas públicas no debe concebirse como una tarea aislada, sino una herramienta consensuada para solucionar problemas.  El verdadero valor y efecto de la política pública está en la socialización de la misma. Claro, para ello hay que trabajar por un Estado que garantice nuestros derechos políticos y sociales.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Septiembre, mes del federalismo



Septiembre en el Ecuador es el mes del federalismo, mes en el que se recuerdan 155 años de la gesta de Manuel Carrión Pinzano, mes de la autodeterminación, la libertad y la defensa de la patria. Precisamente cuando el país atravesaba un triple desgobierno y la invasión del militarismo peruano, el cabildo lojano tomó la histórica decisión de establecer un sistema político para dirigir y administrar nuestra jurisdicción.
Pío Jaramillo Alvarado, destaca que el mayor logro del federalismo lojano de 1859, es el hecho de “poner fin al sistema departamental y dar a las provincias la categoría gubernativa a que tenían derecho". Sin embargo es significativo recordar que en el poco tiempo que duró el gobierno federal, se creó el Tribunal Supremo de Justicia, se forjaron las bases de la Universidad lojana, se habilitó el puerto de Jambelí, se redujeron los impuestos y se administró con autonomía las pocas rentas de la provincia.
Cada septiembre y no pocas veces se oculta este acontecimiento cívico y patriótico, con la actividad ferial, con la fe religiosa, con la elección de “reinas”, etc., y no se da la importancia real que merece el histórico Gobierno Federal de Loja, menos aún se reconoce en Manuel Carrión Pinzano al salvador de la Patria y ejemplo de unidad, patriotismo y libertad.
En estos días se repetirá con vehemencia discursiva que ya tenemos patria, que la patria es de todos, que ésta es altiva y soberana. Pero ni lo uno ni lo otro. Puesto que aún se irrespetan los derechos ciudadanos y sociales. Aún no se vive plenamente la vigencia del derecho a la seguridad, a la salud, a la educación, al trabajo.
Una patria altiva y soberana como la soñada durante el federalismo lojano, en la que, aunque temporalmente a los sectores populares se le brindó la posibilidad de día a día disfrutar plenamente de una libertad diferente a la de las clases dominantes o de turno en el poder, conlleva que se refuercen las oportunidades de ampliar la acción solidaria, promover la participación social, la defensa de los derechos y garantías constitucionales, implica sobre todo perder el miedo e incorporarse a la lucha constante más allá del precio que encierra enfrentar a las realidades que la impiden.

sábado, 23 de agosto de 2014

El rostro solidario de las ONGs



A partir del triunfo de la revolución cubana, en el movimiento obrero, campesino y estudiantil de América latina, creció el fervor revolucionario en pro de una auténtica liberación y soberanía de los pueblos para mejorar sus condiciones de vida.
El bondadoso sistema capitalista desde EE-UU trazó una serie de “programas de solidaridad” dirigido hacia los sectores populares que en medio de la riqueza de sus recursos naturales se empobrecía cada vez más.
Uno de esos programas, fue “Alianza para el progreso” que entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, tuvo la verdadera misión de contrarrestar la influencia de la revolución cubana en los pueblos latinoamericanos y apoyar las medidas reformistas que sus lacayos de turno llevarían a cabo. Medidas como,  una reforma agraria en función de la productividad agrícola, fomento del libre comercio entre los países, modernización de las vías de comunicación, acceso a la vivienda, salud y educación, entre otras; pero siempre sin lesionar los intereses transnacionales y el modelo neoliberal.
De alguna manera diríamos, que “Alianza para el Progreso” cumplió con el objetivo de detener la lucha popular de nuestros pueblos. Hoy son las ONGs, como la USAID, las encargadas de continuar con la tarea.
En nuestro país, a partir de 1978-1980 en los períodos de elecciones, los “líderes y activistas progresistas” de ONGs se unen para apoyar las campañas de candidatos abiertamente partidarios del neoliberalismo; obviamente, más allá de esperar que tras el triunfo puedan recibir puestos dentro del nuevo gobierno, su primordial tarea es la de utilizar su experiencia organizacional y discurso progresista para controlar el reclamo popular.
En general las ONG se convirtieron en "el rostro solidario" del neoliberalismo y se comprometieron  íntimamente con las clases dominantes para apoyar su labor de adormecimiento. En la práctica, de los miles y miles de dólares que el imperio abona a las ONGs, “menos del 18% llega a los supuestos beneficiarios”, porque el resto sirve para financiar infraestructura, los salarios de la burocracia de clase media que vive de la “cooperación” y para quebrantar la lucha y unidad de los movimientos sociales de izquierda.

sábado, 16 de agosto de 2014

MARTA HARNECKER: Hacia una nueva cultura de la izquierda



Martha Harnecker, escritora, socióloga y periodista chilena, ganadora del Premio Libertador al Pensamiento Crítico por su obra: Un mundo a construir, es una activa militante de la justicia social y del antiimperialismo, que en los últimos años se ha convertido en referencia de la izquierda marxista.

Martha Harnecker es una convencida defensora de la revolución cubana, de la revolución bolivariana, ha publicado también los libros Hugo Chávez Frías: un hombre, un pueblo; Venezuela: militares junto al pueblo; y Venezuela: una revolución sui generis.

Martha Harnecker, considera que la izquierda debe promover una nueva cultura pluralista y tolerante "que ponga por encima lo que nos une y deje de un lado lo que nos divide, que promueva la unidad entorno a valores como el humanismo, la solidaridad, el respeto a las diferencias, el amor y la defensa por la naturaleza" y que a la par se rechace el afán por el lucro y las leyes del mercado como principios rectores de la actividad humana.

Martha Harnecker,  enfatiza que "la radicalidad no está en levantar consignas más fuertes, ni en realizar las acciones más radicales que solo unos pocos entienden y muchos se asustan, sino en ser capaces de crear espacios de encuentro y de lucha de amplios sectores, que sea capaz de constatar que somos muchos en la misma lucha y eso es lo que nos hace fuertes, nos une y hace ser radicales".

Refiriéndose al panorama actual ecuatoriano, expresa que es “una de las experiencias de cambio social más significativas de América Latina”, y agrega que los sectores populares y progresistas deben apoyarla, pero con una nueva cultura política que detenga los intentos de “recolonización y disciplinamiento” emprendidos por el imperialismo en nuestro país.

En efecto, una nueva cultura de la izquierda, debe dejar de vanagloriarse culpando a los otros por los errores del pasado. Debe dejar de llenarse la boca hablando de democracia cuando lo único que defienden son intereses sectarios. Debe dejar de imponer su pensamiento a los demás. Hoy se quiere más de acciones programáticas que promuevan la solidaridad, la movilización e iniciativa populares para construir una patria digna y soberana.