A propósito del llamado de la Supercom a “Bonil” por
la caricatura que hacía referencia a las dificultades para leer que presentó el
asambleísta “Tin” Delgado cuando se discutía la Ley de Aguas, han surgido una
serie de posiciones a favor y en contra de uno y otro.
El
propio asambleísta Delgado se ha victimizado diciendo que “lo atacan porque él
ha surgido desde abajo”, que siempre los afro ecuatorianos han sido postergados
de mejorar sus condiciones de vida -lo cual es cierto-; ha manifestado además,
que la Constitución para su puesto solamente exige “ser ciudadano ecuatoriano”,
lo cual también es correcto. Valga recordar y reflexionar que la LOSEP en el
Art. 5 literal d) establece que para ingresar al servicio público se requiere “de preparación académica y
demás competencias exigibles…” según sea el puesto de trabajo; y el puesto de
asambleísta es de elevada complejidad y responsabilidad. Argumento de defensa podría ser el que para eso están
los asesores. Por supuesto que sí.
Sin
embargo es preciso recordar que los asambleístas -cuya elección en no pocos
casos resulta ser fortuita-, más allá de la elaboración de normas para
legislar, tienen la obligación de generar actos o acciones políticas innovadoras
que conlleven al anhelado buen vivir, pasando primero por la eliminación de la
corrupción especialmente de la clase dirigencial llamada independiente o
tecnócratas apolíticos, que en la práctica son quienes operan contra la
solución de los problemas sociales que aquejan a la comunidad.
Lo
cierto es que, es necesario que los y las asambleístas cuenten con una
formación intelectual mínima de tercer nivel y realizarse además el examen
psicológico que se exige a todos para aspirar a un puesto de trabajo. La importancia de que los actores
políticos cuenten con estos mínimos no es poca, puesto que el conocimiento, la
capacitación académica así como una sólida personalidad y formación ética, son imprescindibles
para evitar que los actos políticos estén en manos de una sola persona o grupo.
Corresponde a los legisladores, que se suponen
representantes del pueblo, la tarea de ejecutar las acciones políticas que
conlleven al desarrollo social y nacional. Desde luego, que para ello, se
necesita un poco más que ser ciudadano ecuatoriano. Se necesita: compromiso
social.