Luego de tomar legal posesión, los
prefectos, viceprefectos, alcaldes, concejales y representantes de las juntas
parroquiales de todo el país, desde ayer ejercen las funciones para las que
fueron electos el pasado 23 de febrero.
En el caso del cantón y provincia
de Loja, tanto el Ing. Dávila como el Dr. Castillo en sus alocuciones, expresaron
que a más de ejecutar su plan de trabajo, hicieron evidente que su
administración estará muy cerca al gobierno central y que darán continuidad a
las obras prioritarias que quedan inconclusas e impulsaran con urgencia los
cambios que necesita la ciudad y provincia.
La ciudadanía ve en los gobiernos
locales el espacio de exigencia y confrontación de sus necesidades, busca
comprensibilidad y transparencia a la hora de tomar decisiones o elaborar y
aprobar ordenanzas que contribuyan con agilidad y eficacia a la solución de la
problemática local.
Las autoridades recientemente
posesionadas no deben perder de vista que la confrontación propositiva en las
cámaras y cabildos, así como la participación ciudadana, son la base de la
aceptación o rechazo a la administración pública y a la democracia
representativa que nos ofrece el sistema capitalista.
El objetivo del desarrollo local y
provincial debe ser, por tanto, la creación de estructuras administrativas y
ejecutoras capaces de vincularse de manera sinérgica con las demás
instituciones estatales en aras de hacer realidad los anhelados cambios y fortalecer
la autonomía y descentralización para que se conjugue con la nueva Ley de
Ordenamiento Territorial, que si bien aún está en discusión, es casi un hecho
que la Asamblea Nacional la apruebe con la creación de una superintendencia con
amplias potestades de control, sanción y de inmiscuirse en las competencias
seccionales.
Lo cierto es que, el mejoramiento
de las condiciones de vida a partir de las ejecutorias de los gobiernos
locales, se verá condicionada en buena parte, por las posibilidades de partición
efectiva que estos brinden a la ciudadanía para la búsqueda de soluciones,
especialmente para la reconstrucción de la infraestructura vial urbana; a la
dotación de agua potable las 24 horas; la ampliación con facilidades de la
infraestructura habitacional con los servicios básicos; transporte público
urbano e interparroquial; la restauración y preservación del patrimonio
colonial y cultural; salubridad; e
incluso de la seguridad urbana y rural.
En fin, sólo el esfuerzo colectivo
y las alianzas estratégicas con el estado, conducirá al buen vivir, que se
pregona desde Carondelet.