Todos los gobiernos reconocen a la educación como el pilar fundamental
del desarrollo y transformación de la sociedad. Necesario es, entonces
reflexionar en qué medida las políticas y prácticas educativas contribuyen al
proyecto político del gobierno de la “revolución ciudadana”.
El Presidente Correa durante el congreso de UNE realizado en Loja,
reconocía a los maestros como “los artífices y protagonistas de las
transformaciones políticas y sociales del pueblo ecuatoriano”. Proclamó “un
cambio de época en favor de las mayorías populares con la participación activa
de la ciudadanía”
Me pregunto: ¿Por qué dice que los fracasos del sistema educativo se
deben a la injerencia de un partido político? ¿Qué pasó con los discursos revolucionarios
que proclamaban el fin de la noche neoliberal? ¿Qué pasa con el profesorado cuya
práctica educativa está dominada por la palabra silencio?”
No hay en país alguno, leyes educativas neutras o apolíticas. La
educación misma es el resultado de la lucha de clases. Diferente y antiético
sería, pretender manipular desde las aulas a la niñez y juventud para crear un pensamiento
partidista, contrario al que puedan tener muchos otros ciudadanos.
Para que la escuela y el sistema educativo formen parte de un proyecto
político, hace falta diseñar un proyecto educativo consensuado, en el que en
primer lugar, recuperemos nuestra historicidad y a partir de ella, entender
como las clases sociales dominantes han defendido y defienden sus intereses.
Luego de eso, podremos decidir qué es lo que consideramos valioso y cómo
queremos construir un proyecto político que garantice “la interculturalidad y
plurinacionalidad… propugnando la unidad en la diversidad, … y propendiendo a
la valoración de las formas y usos de las diferentes culturas que sean
consonantes con los derechos humanos”.
Finalmente, hay que perder el miedo y creer en la unidad; y para poder
llevar a cabo ese proyecto de transformación social y nacional desde la
educación, es urgente recuperar la palabra política, así la escuela recuperará
y pondrá en el centro de su acción el debate político sobre los problemas
sociales, ya que estos han desaparecido de la palestra educativa vía decreto y
cuando han sido incorporados en la práctica educativa, estos son sometidos a un
proceso de filtración y penalización.